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Los camaradas
Uno no tiene nada más que contar y eso es todo lo que el otro necesita saber.
Han aprendido que no hay nada más dulce que la sal de las lágrimas de aquel que llora sobre tus heridas.
Saben que mentir hace que la verdad nos duela; que el modo más humano de buscar calor es abrazarse a otro que también tiene frío.
Saben que las mejores compañías son las que han aprendido a dejarnos solos; que hay distancias que no puede salvar el hecho de estar juntos.
Si alguna vez discuten, no olvidan que el silencio siempre es mejor que aquello que no quieres decir; que quien cierra la mano ahoga su destino y el que abre una puerta detiene al que la quiere derribar.
Saben prestarse ayuda, darse sombra uno al otro cuando la vida quema. se respaldan, se cuidan, se defienden… y lo mismo que toda sed es una metáfora del desierto sus vidas son iguales al azar y los dados, el odio y las fronteras o el tiempo y el olvido: son lo que no se puede separar.
Saben que al encontrarse se detuvo el pasado, lo mismo que a las doce de la noche dejas de decir hoy para decir ayer.
Saben que lo que une a dos personas no es lo que comparten, sino eso por lo que luchan juntos todavía.
Son ellos. Son así: los camaradas
Benjamín Prado (Madrid, 1961)
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