jueves, 29 de febrero de 2024

How you remind me - Nickelback




Amantes glaseados

Se escogen los recuerdos más delicados y los momentos
de epifanía, y se les raspa la piel
con el filo de un cuchillo.
Se les quita toda la nostalgia y las palpitaciones
que aún provoquen y se lavan bien.
Si son recuerdos pequeños, cotidianos,
se dejan enteros,
si son grandes, llenos de pasión y alma,
se cortan en dos a lo largo.
Se meten en un cazo con el agua fría, la mantequilla,
el azúcar y la sal.
Se recorta un papel grueso, impregnado de ganas de librarse de ellos,
de confianza en el futuro,
y se mete dentro de la cacerola
tocando casi los sentimientos.
Se cuecen a fuego vivo
hasta que se haya consumado el dolor.
Cuando llega este momento
los recuerdos están a punto para ser olvidados.
Se sirven en fuente honda, acompañando al corazón
de la cocinera, salteado y con pimienta

Carmen Ciria  (Soria, 1950)

domingo, 25 de febrero de 2024

Rebel Yell - Billy Idol




En 1921, con 24 años, el gran William Faulkner empezaba a trabajar en la Oficina Postal de la Universidad de Mississippi como administrador de correos. Se mantuvo en el puesto durante tres años a pesar de que no era, ni mucho menos, un empleado ejemplar y, sorprendentemente no lo despidieron sino que se marchó y renunció a su trabajo de forma voluntaria.

Durante su desempeño en la oficina de correos fueron continuos sus desprecios a compañeros y clientes, sus incumplimientos reiterados del horario laboral, extraviaba, cuando no destruía, cartas y envíos, jugaba a las cartas durante su jornada y se empeñaba continuamente en destruir cualquier atisbo de posibilidad de ser nombrado empleado del mes.

Después de una inspección casi no le quedó más remedio que renunciar a su puesto pero lo hizo con una carta fiel a su estilo y dejando una muestra de lo que sería su posterior trayectoria literaria. 

Reproduzco a continuación la carta de renuncia al completo:

[Octubre, 1924]

Mientras viva en el sistema capitalista sé que mi vida estará influenciada por las demandas de la gente adinerada. Pero maldito sea si me pongo a las órdenes y la disposición del primer hideputa itinerante con dos centavos para invertir en una estampilla postal.

Esta, señor, es mi renuncia

[Firma]


¡Salud y que podáis hacer siempre lo que os de la gana sin las ataduras ni convencionalismos impuestas por la sociedad y el sistema!

jueves, 22 de febrero de 2024

Luciérnagas y mariposas - Lori Meyers



Mariposas en el estómago

Me he llenado de tu ausencia. 
Y el sutil entramado del recuerdo devora mis entrañas.
Mariposas en el estómago, las que te esperan como yo impacientes.

Y es de todas la sensación más perdurable. La inquietud de sentirte cerca pero no aquí. Ni siquiera tu risa, ni siquiera tu aliento, ni el temblor de tus dedos despertando mi piel han podido en mi tanto.

Nada puede más que tu ausencia que el no tenerte cuando te siento en camino . El espacio vacío de tus brazos como un anillo de lo infinito en torno mío desboca todas las otras sensaciones. El círculo de luz de tu aura derramada en mis espacios sólo por la dulce condena de tener que extrañarte…
Alas de mariposa haciendo cosquillas en mis entrañas. Mi cuerpo sediento, estirado, tan abierto a tu ausencia, esperando el encuentro, tan en calma esperando la tormenta.....Esperándote…Mi cuerpo extendido como un campo barrido por el viento, sembrado de la electricidad que preanuncia los primeros relámpagos, aún sin verlos, aún sin el rugir del trueno. Aún sin tenerte….

Mi cuerpo deseante, esperando tu llegada. Millones de mariposas que pugnan por salir a tu encuentro.
Mi cuerpo, simplemente esperando tu cuerpo, estirado más allá de todos los límites posibles sólo por intentar atrapar más de tu cuerpo. Y bebérmelo todo, hasta volverme agua. Mi cuerpo tan cansado de ser polvo.

Mis mariposas cansadas de este encierro, más agitadas que nunca hoy que se saben casi libres…

Simplemente esperándote.

Pablo Neruda

lunes, 19 de febrero de 2024

In memory of Elizabeth Reed - The Allman Brothers Band




Herencia anónima

Ayer hizo ya dos años que nos dejó mi madre. Y digo nos dejó, no solo por mis hermanos y por mí, lo digo por la humanidad entera. Hay gente que cuando parte, deja huérfano al mundo aunque el mundo no lo sepa. Pocos se enteraron de su muerte ni de su vida, pero de haberse enterado la hubiesen querido tanto, que ayer sería una fecha memorable para la tierra. Una mujer que no formó parte de la lista de mujeres valientes que cambiaron el mundo, porque su lucha, como la de tantas personas anónimas, fue de puertas para adentro. Ella fue quien me enseñó estas tres palabras: "no pasa nada". Como Morla, la tortuga-montaña de La Historia Interminable: -Nada tiene importancia, decía, a punto de ser devorados por la Nada. Ella era el mejor ansiolítico que podía recetarte un médico. Sentarte a escucharla era lo mismo que estar a orillas de un mar en soledad. Lo mismo podía oírse solo belleza. Palabras que aún me llegan como el sonido de las olas. Y nadie la propuso para el Nobel, ni siquiera para una concejalía pequeñita, ni le dieron un premio jamás que reconociera a esa mujer la paz que dejó como herencia donde quiera que abría la boca. Hay héroes anónimos que vienen y se van como las olas y dejan un mundo mejor a su alrededor. Conozco a muchos personajes históricos que suenan aún en los renglones de las bibliotecas, de las hemerotecas, y que lo único que hicieron fué conquistar tierras y matar personas. Ella, pequeñita, conquistaba corazones y les hablaba de la necesidad de amar a cada ser vivo que habite la tierra. ¿De qué si no hubiese escrito yo "Instrucciones a mis hijos"? Ese poema es la herencia anónima y silenciosa de un corazón fuera de lo común que sufría de ver cómo unos niños metían a un saltamontes en una caja. -¡Sacadlo, que me ahogo!, les gritaba. Por eso escribí el poema del saltamontes. Y tantos... Casi toda mi obra es un canto a lo que ella nos transmitió. Ella era una balada, era un vals. Ella no era poeta, fue poesía directamente, y yo la copiaba. Era una caricia al mundo, como la caricia de tantas personas que nos dejan habiendo conseguido lo más grande que puede conseguir una criatura: dejar su Herencia en el banco del pecho de su entorno pequeñito. Así se conquista un país, y el mundo, y otra galaxia, esa lejana que andará conquistando ahora con su paz interior y su silencio infinito...

Magdalena Sánchez Blesa

viernes, 16 de febrero de 2024

The look - Roxette



Bendita alegría

Te confunden con otras, alegría:
ingenuidad, simpleza,
candidez,
inocencia.

Te subestiman con diminutivos
sucedáneo de la felicidad
eterna hermana pobre de la euforia.

Parecen no acordarse de la helada rutina,
cuando las insistencias se vacían de sangre
y el espanto aprisiona como un despeñadero.

No recojas el guante, te lo ruego,
olvida el desafío que lanza la ignorancia.
No nos dejes perdidos en medio de qué océano,
sin tu luz, alegría,
la de las manos anchas
la que convierte el alma en lugar habitable.

Desatiende el rumor de las trincheras,
la retórica vana de los oportunistas.
Tú eres el destilado de libertad más único,
el orgasmo espontáneo del espíritu.

Bienhallada alegría
la pura de sabor
la complaciente
tú que vives y reinas en el tuétano limpio
ahora y en el albor de toda hora
quédate con nosotros.

Raquel Lanseros

domingo, 11 de febrero de 2024

The wind - Cat Stevens




El viento

A comienzos de la estación seca ves a todos los pájaros remontarse muy alto por los aires. Dan vueltas, aletean, se abalanzan, se dejan caer, remontan el vuelo, se persiguen, infatigables, obstinados, como si quisieran despistar. Todas las mañanas se citan en el cielo, donde evolucionan por bandadas, juguetean y pían a cual más fuerte. Pero si los observas más detenidamente, verás que semejante torbellino de alas, plumas y trinos ensordecedores, que cualquiera podría tomar por una pelea, no está causado por los pájaros, sino por el viento, el viento que los lleva, el viento que los lanza, el viento que los sopla, los anima y los cansa.

Lo mismo ocurre a ras de suelo con eso que pasa levantando polvo, esa rápida bola de plumas, temblorosas, que no es el avestruz, sino el viento.

El viento.

El viento vive en la cumbre de una montaña muy alta. Vive en una gruta. Pero casi nunca está en casa, pues no puede estarse quieto. Siempre tiene que salir. Cuando está dentro, da voces y su cueva resuena en la lejanía como el trueno.

Cuando por casualidad se queda dos o tres días en su casa, tiene que dedicarse a hacer ejercicio. Baila, brinca, salta sin ton ni son; le propina grandes arañazos a las piedras de silex, picotazos a las rocas, aletazos a su puerta, aunque la tierra se estremezca a lo lejos y el monte en que habita esté lleno de barrancos. Pero no debemos creer por eso que está enfurecido o que mide sus fuerzas, no. Se divierte. Juega. Eso es todo.

Hace tanto ejercicio que siempre tiene hambre. Por eso entra, sale, vuelve a casa y sale de nuevo. Pero es todavía más impulsivo que glotón. Vuela hasta muy lejos para traer una semilla diminuta que deja caer antes de volver para abalanzarse sobre una piedra brillante que se dispone a depositar en su nido. su casa está llena de conchas, chinas, de cosas atractivas e inútiles, un viejo trozo de hierro, un espejo. No hay nada que comer, nada bueno. Fuera, se come una mosca, la emprende con un plátano, desentierra una raíz de mandioca, sacude los árboles sin recoger las nueces, salta de los arrozales a los campos de mijo, revuelve el maíz, dispersa las habichuelas y las habas. Siempre distraído, pero con el ojo encendido por la codicia, suele comisquear todo sin llegar a alimentarse de forma seria. Por eso siempre tiene hambre.

Es un ser tan atolondrado que con frecuencia ignora el porqué de su salida y llega a olvidar su hambre. Entonces se pregunta:

-¿Por qué estoy dando vueltas en el aire?

Y se enfurece y destroza todo, las plantaciones y lo demás, y aterroriza a los hombres guarecidos en sus pueblos. Una vez que ha conseguido derribar la choza de paja del jefe, ya se encuentra satisfecho y se remonta muy alto por los aires.

Entonces se dice que planea.

El agua apenas se riza.

¿Has notado que el viento no tiene sombra, ni siquiera cuando merodea en torno al sol, en pleno mediodía?

Es un auténtico mago.

Por eso es inconstante.

Es el hijo de la Luna y el Sol.

Por eso nunca duerme y nunca se sabe cuando bromea, zascandilea o se enfada.

A fuerza de ir y venir, de dar vueltas y de regresar una y mil veces sobre sus pasos, nada se mueve en torno a su vivienda. Allí no hay más que piedras, piedras, arena y piedras movedizas. Es un espantoso desierto de calor y sed, y otra vez calor. Aquí es donde el viento juguetea como si tuviera hijos pequeños. Pero no tiene hijos. Vive solo. Y todas esas señales en la arena, las grandes y las pequeñas, las ha hecho el viento, bien posándose sobre sus patas, bien con la punta de las alas al desplazarse, y si os caéis en un hoyo, es también el viento quien lo hizo a propósito con un pico.

¡Busca al viento! Pensarás que está en una duna y estará en un barranco; lo buscarás por los valles y estará en la cresta de una montaña. ¡Busca al viento! Se reirá de ti en cada desfiladero, en cada pliegue del terreno, lejos o muy cerca, detrás de ti remolinea. ¿Qué forma tiene? Si rastreas huellas en la arena, acabarás como una tortuga. Pero el viento está en la tortuga. Él ríe. Es un tambor. Y si oyes andar por las piedras, no es un lagarto, es el viento, sí, el viento.

Cuando el viento acaba por tener demasiado calor en su tierra, se marcha lejos y se deja caer en el mar. ¿Crees acaso que saltan los peces? No, es el viento. ¿Una piragua que zozobra? No, es el viento. ¿Una nube?

¡Ya está aquí la lluvia!

¡Ya está aquí la lluvia!

¡El tiempo seco ha terminado!

¡Y es otra vez el viento!

Gracias, viento.

Blaise Cendrars (Suiza, 1887-Francia, 1961)

miércoles, 7 de febrero de 2024

Legs - ZZ Top




Somos mujeres

Miradnos. Somos la luz de nuestra propia sombra, el reflejo de la carne que nos ha acompañado, la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.

Somos el azar de lo oportuno, la paz que termina con las guerras ajenas, dos rodillas arañadas que resisten con valentía.

Miradnos. Decidimos cambiar la dirección del puño porque nosotras no nos defendemos: nosotras luchamos.

Miradnos. Somos, también, dolor, somos miedo, somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro que pretende marcar un camino que no existe. Somos, también, una espalda torcida, una mirada maltratada, una piel obligada, pero la misma mano que alzamos abre todas las puertas, la misma boca con la que negamos hace que el mundo avance, y somos las únicas capaces de enseñar a un pájaro a volar.

Miradnos. Somos música, inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables, luz en un lugar que aún no es capaz de abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos, porque la belleza siempre cegó los ojos de aquel que no sabía mirar.

Nuestro animal es una bestia indomable que dormía tranquila hasta que decidisteis abrirle los ojos con vuestros palos, con vuestros insultos, con este desprecio que, oídnos: no aceptamos.

Miradnos. Porque yo lo he visto en nuestros ojos, lo he visto cuando nos reconocemos humanas en esta selva que no siempre nos comprende pero que hemos conquistado.

He visto en nosotras la armonía de la vida y de la muerte, la quietud del cielo y del suelo, la unión del comienzo y del fin, el fuego de la nieve y la madera, la libertad del sí y el no, el valor de quien llega y quien se va, el don de quien puede y lo consigue.

Miradnos, y nunca olvidéis que el universo y la luz salen de nuestras piernas.

Porque un mundo sin mujeres no es más que un mundo vacío y a oscuras. Y nosotras estamos aquí para despertaros y encender la mecha.

Elvira Sastre

sábado, 3 de febrero de 2024

La senda del tiempo - Celtas Cortos




Estamos Distraídos

Mi amiga Colette solía decir, y hace ya mucho tiempo, 'Estamos entrando en la edad del nunca me había pasado'... 
Y es así. 
Decimos: 'Es curioso. Nunca me había pasado, me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna. 
Escuchamos: 'Es notable. Nunca me había pasado. Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos. 
Es que, así como se habla de un Primer Mundo y de un Tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cual es el Segundo, nosotros hemos pasado de la Primera Edad a la Tercera sin recalar por la Segunda y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento. 

El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante. 
Calculamos: - 'Cuánto hace que se mudó Ricardo a su nueva casa?'. 
Y arriesgamos: - 'Tres, cuatro años'. Hasta que alguien, conocedor,  nos saca de la duda: 'Catorce'. 

Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle: -'Tu pibe debe andar por los seis, siete años'. 
- 'Tiene diecinueve - nos contesta el amigo 
- Vení Tacho!'. Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla. 

Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon: 'El tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa'. Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse. 

Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer. Es que muchos de esos ciertos momentos son muy viejos. 
Y por lo tanto vale recordar el consejo dado por Javier Villafañe cuando alguien le preguntó cómo hacía para conservarse tan joven pasados los ochenta años. - 'No me junto con viejos', respondió el maestro. 

Yo quiero agregar lo que un día dijo Jean Louis Barrault, famoso mimo francés: 'La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo'.

Roberto Fontanarrosa (Rosario, 1944-2007)