viernes, 15 de mayo de 2020

Psycho killer - Talking Heads




...


Bonito perro. - Sonrío y me agacho. 

Se llama Richard. - El hombre mira fijamente al perro, luego vuelve a mirarme como pidiendo disculpas, y noto que se siente halagado, no solo porque me haya fijado en su perro, sino porque me he detenido a hablar con él, y juro que el jodido hijoputa se ha sonrojado y tiene el culo hecho agua dentro de sus horteras pantalones anchos de pana de, supongo, Ralph Lauren. 

Estupendo - le digo, y acaricio suavemente al perro, dejando el attaché en el suelo-. Es un sharpei, ¿verdad? 

No. Shar-pei - dice, ceceando, como nunca lo había oído pronunciar antes. 

¿Shar-pei? - trato de decir del mismo modo que él, sin dejar de acariciar la aterciopelada piel del cuello y lomo del perro 

No. - Se ríe, coqueteando-. Shar-pei. - Con acento en la última sílaba. 

Bueno, como sea - digo, estirándome y sonriendo juvenilmente-. 

Es un bonito animal. 

Muchas gracias - dice él, y añade, exasperado-: Cuesta una fortuna.

- ¿De verdad? ¿Por qué? -pregunto, volviendo a agacharme y acariciando el perro-. Hola, Richard. Hola, amiguete.

- No te lo vas a creer -dice-. Fíjate, las bolsas de alrededor de los ojos tiene que operárselas cada dos años, de modo que tenemos que ir hasta Key West, donde hay un único veterinario del que me fío en este mundo, y un cortecito, unos puntos y Richard puede volver a ver perfectamente, ¿verdad, guapo? -Asiente con la cabeza, mientras yo continúo pasando suavemente la mano por el lomo del animal. 

- Muy bien, digo. Tiene un aspecto estupendo. 

Hay una pausa durante la que yo miro al perro. Su dueño no deja de mirarme y luego, sin poder evitarlo, tiene que romper el silencio. 

- Oye -dice- la verdad es que me molesta preguntártelo. 

- Adelante, le animo. 

- Dios santo, es tan estúpido -admite, riéndose ahogadamente. 

Me echo a reír. 

- ¿Por qué? 

- ¿Eres modelo? -pregunta, dejando de reír-. Podría jurar que te he visto en una revista o algún sitio así. 

- No, no lo soy -digo, decidiendo no mentir-. Pero me encanta que me lo preguntes. 

- Bueno, pareces una estrella de cine. - Mueve una fina muñeca, luego añade-: No sé. –Y finalmente, cecea lo siguiente (lo juro por Dios) para sí mismo-: Déjalo, idiota, eres una auténtica vergüenza. 

Me agacho, como si fuera a coger el attaché, pero debido a que estoy en la sombra, no me ve sacar el cuchillo, el más afilado, con la hoja de sierra, mientas le pregunto cuánto le costó Richard, de modo natural pero con interés, sin siquiera levantar la vista para comprobar si hay más gente en la calle. Con un rápido movimiento, agarro al perro por el cuello y lo sujeto con el brazo izquierdo, empujándolo contra la farola mientras el animal trata de morderme los guantes, abriendo y cerrando sus fauces, pero como le tengo tan bien cogido por el cuello no puede ladrar y oigo que mi mano le rompe la traquea...

Fragmento de American Psycho de Bret Easton Ellis


No hay comentarios: