Las calles vacías
Un gong se ha oído en todo el mundo.
Un silencio se ha oído en todo el mundo. A las calles vacías,
la multitud se asoma por detrás
de los cristales empañados.
Se detiene el reloj y el tiempo sigue
girando en torno de sí mismo.
Gira y gira el vacío
de los campos y los mares, gira
sobre las cordilleras, sobre las aldeas
y las ciudades, gira
sobre los cementerios.
Grita la humanidad y no se oye
porque grita hacia dentro.
Como en la extraña calma de una madrugada
de domingo, desde
cada balcón, por las paredes,
se descuelga la soledad.
El frío se derrama
por la calzada, bosquejada por
De Chirico, y en el cuarto piso
de aquella casa están cerradas las ventanas.
Algo desconocido e invisible,
un soplo de la nada, un vago
presentimiento, pasa por las calles vacías, y al azar,
se detiene delante
de alguna puerta.
Rafael Guillén (Granada, 1933)
No hay comentarios:
Publicar un comentario