En todos los órdenes de la vida en los que seas seguidor, devoto, apasionado o, simplemente, aficionado, hay eventos y acontecimientos a los que, sin duda, no se puede faltar si tienes oportunidad y hay gente que, por su trayectoria en ese campo o por tu historia sentimental asociada a ellos, te marcan y son vistos como ídolos y referentes o, al menos, imprescindibles en el campo del que se trate.
Algo de esto me ocurre a mí con el grupo que suena en la entrada de hoy. Si hablamos de música, y de rock en particular, los australianos liderados por Angus Young se han ganado, sin ninguna duda, un hueco en el Olimpo de los dioses del Rock and Roll.
Una de las cosas que debes disfrutar al menos una vez en la vida es un concierto de rock y si es de AC DC, estamos hablando de algo fundamental y de casi obligado cumplimiento.
El pasado miércoles tuve ocasión de cumplir este precepto y además acompañado por mi compañera de vida, la mujer que me sufre y aguanta, desde hace casi toda una vida.
En Sevilla, en el estadio de La Cartuja, pudimos disfrutar de todo un espectáculo musical y de un ambiente soberbio, entre gentes de varias generaciones, lleno de camaradería y de cerveza fría, aunque un poco cara, todo hay que decirlo.
Un escenario espectacular, unas luces y unos efectos especiales de primer nivel y un sonido brutal. Lo que al bueno de Brian Jones le falta de voz (la verdad es que va bastante justito) lo suple el pequeño pero gigante Angus. ¡Qué derroche de energía y talento a sus 69 tacos!
Su magia con las cuerdas de acero nos hizo volar en aquel recinto mientras su música, y en especial, sus clásicos, nos elevaban al cielo y nos hacían vivir una experiencia casi mística y religiosa, que diría el otro.
No sé si habrá más ocasiones para asistir a otro concierto de estos elementos pero, si la hubiera o hubiese, sin duda seré uno de los participantes de esa fiesta del rock.
¡Salud, larga vida al rock and roll y a sus oficiantes y seguidores!
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