lunes, 20 de mayo de 2019

Cuando era más joven - Joaquín Sabina



En 1985, Joaquín Sabina publica el disco Juez y parte, que supuso el quinto trabajo del flaco de Úbeda, vividor de las noches canallas de Madrid, aunque últimamente ni está tan flaco ni es tan canalla. Posiblemente  se haya aburguesado un poco, con ideas que antaño criticaba en sus canciones y que hoy le definen como lo que otrora criticara. En fin, no sé si es un proceso natural del paso del tiempo pero podríamos decir que el sistema se lo comió (entiéndase no como una crítica, sino como una pequeña decepción); pero vamos a centrarnos en su música que, esa sí, mantendrá para siempre el espíritu de rebeldía y nadar a contracorriente que la ha caracterizado y  que la hace tan atrayente e inigualable.

En el tema que suena hoy en el blog, Sabina nos habla de un pasado relativamente reciente pero que se intuye lejano una vez que ha quedado atrás en el tiempo y en la forma de encarar la vida.

Los trenes, sucios que iban hacia el norte, son el símbolo de ese pasado que, aunque duro y muy distinto de la forma de vida de ahora, es dulcificado por el tamiz del tiempo  y nos lo muestra feliz, consiguiendo que sintamos un poco de nostalgia y nos hace pensar con añoranza en esos días en que éramos más jóvenes y más felices.

Podría ser una metáfora de la vida y de la transformación vital, tal vez natural, puede que inevitable, que hace que acabemos pagando impuestos, comiendo caliente y teniendo pasaporte, añorando subirnos al tren que nos lleva a las tierras donde dormimos con chicas, comprábamos y luego olvidábamos pagar el importe, cambiábamos de nombre en cada  aduana, de casa, de oficio y de amor.

Sólo nos preocupaba el ahora y el hoy, sin pararnos a pensar en el mañana y la vida era dura, distinta y feliz y esa felicidad es la que hace que añoremos esa forma de vivir a pesar de las dificultades que entrañaba comparada con la comodidad de nuestra vida actual.

En fin, un sabio dijo una vez que la felicidad es el recuerdo, por tanto os deseo que seáis felices recordando los viejos trenes de entonces, cerciorarnos de que fue real y que sucedió de verdad (sed felices por ello), pero que ese recuerdo no os impida disfrutar del viaje del tren actual, más cómodo y más rápido (menos en nuestra querida tierra donde no se nota mucho la diferencia) sin pensar en su destino y disfrutando de la vida que se nos ofrece y pasa cuando miramos por la ventanilla.

¡Salud, a través de la música coged un billete al pasado, disfrutad de la ida y aún más de la vuelta al presente, con dirección al futuro!


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