Cuando te abres de piernas y se te escurre
el corazón hasta mi boca...
entonces puedo lamer la luna como un gato callejero
y cerrar los ojos para ver lo que tienes que decirme.
Porque sobran palabras
y faltan poros en mi lengua.
Y entonces vienen a mí sabores de ciudades olvidadas,
de tejados donde se hacen el amor un par de estrellas,
de los sueños que sueñan los coches aparcados,
de arañas que perdieron las ganas de asustar,
de la inmensa soledad de los juguetes.
para sentir en el pelo la lluvia que baja desde el fondo
de tus ojos, las lágrimas que nunca has llorado,
las que saben a mar con barcos hundidos.
El llanto que guardaste a los quince años,
cuando creías que era mejor
hacerse la fuerte para ser mujer.
Ahora sabes un poco mejor
lo que siento cuando meto la cabeza entre tus piernas.
Sólo es necesario mirar a los ojos de tu orgasmo
y susurrarle en voz baja que estalle sobre mí,
que llore lo que tenga que llorar,
que escupa los cristales de un pasado destrozado,
que se duerma, tranquilo, entre mis brazos.
Córrete sin miedo entre mis labios, amor,
porque en eso consiste la vida.
Y dile a la gente que este poema no habla de sexo,
que este poema es sólo un grito de socorro.
Y que yo estaré allí,
siempre,
entre tus piernas,
para ayudar a salvar el mundo.
Luis Ramiro (Madrid, 1976) de su libro"Poemas para infancias mal curadas"