donde no le espera nadie
es de noche en este poema
y hace frío
siempre hace frío
nieva
la nieve y la luna llena
dan algo de calor y luz al poema
y al viajero
el viajero va como unos versos de Antonio Machado
«ligero de equipaje/casi desnudo»
y sin rumbo
el pueblo está a varios kilómetros
y el camino se ha perdido
pero el viajero sabe de atajos y veredas y malas hierbas
lo aprendió de los cabreros los pastores y las ovejas negras
el pueblo está vacío abandonado olvidado
el viajero cree oír a lo lejos los ladridos de unos perros
pero todo está vacío y en silencio
las calles las casas los establos los campos la vida
el viajero entra en una casa
la luz de la luna llena
se cuela por la puerta abierta las ventanas los rotos
y alumbra la estancia
tal vez el poema
los muebles de la casa están cubiertos por sábanas blancas
como los cadáveres en una morgue
el viajero curiosea
la curiosidad el viaje
tal vez la poesía
le han salvado
de la soledad y la locura
hay alacenas llenas de tarros de conservas caseras y platos de cerámica azul
hay periódicos viejos y publicidad de abonos y de maquinaria agrícola
hay velas y cajas de cerillas
botellas vacías y unas botas rotas
en la mesa del comedor un cenicero de cinzano con una solitaria colilla
en un armario de una habitaciónuna caja metálica de dulce de membrillo «Los Apóstoles»
llena de fotografías
el viajero en esas fotografías
cree reconocer su vida
y los recuerdos olvidados:
tardes de verano, amigos, amores, juegos
reuniones, pandillas, fiestas, bodas, bautizos…
cuando todavía es de noche
y sigue haciendo frío
el viajero vuelve al camino
sigue nevando
el viajero es una mancha negra
sobre un paisaje blanco
como un poema
sus huellas en la nieve
duran lo que dura
el mensaje escrito en el vaho de un espejo
solo queda el silencio
y el frío
y el viajero
y el poema
que se funden en la memoria de la tierra
tiritando
en silencio
José Pastor González (Barcelona, 1967)
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