Cuando Keith Richards caiga sobre el escenario
Cuando Keith Richards
caiga sobre el escenario.
Sus manos garras muertas
sujetando el mástil de su guitarra,
como a su rifle aquel actor fascista y olvidado,
ese día sabremos que podremos marcharnos.
las ínfimas agonizantes revoluciones.
Ya no nos quedará nada y lo que quedaba
tampoco era demasiado.
Cuando Keith Richards
caiga sobre el escenario.
Condesa de Bathory travestida en pirata satánico
arrodillado ante benditas majestades de barro.
Regresaremos a casa como viudas eléctricas.
Reconoceremos tras el cercado
los ojos de caballos dóciles extinguiéndose.
Esquivaremos los pies bamboleantes de los ahorcados
con el hilo musical de los supermercados.
Veremos brillar los ojos pringosos
de las chicas como arco iris
comiendo un bocadillo en el polígono
sin tener la menor idea de quien es aquel tipo
que ha caído sobre el escenario.
Mientras Brian Jones flota en nuestra piscina mental
burbujeando el crepúsculo de los dioses
echando de menos los martes de rubí.
Cuando Keith Richards
caiga sobre el escenario
dejándolo todo perdido de civilización y sordera.
Y grises empleados de la multinacional
con manos manchadas de discos de oro
metan su cadáver en la funda de su guitarra,
mortaja de terciopelo pintada en negro,
y los viejos buenos tiempos solo sean
ni buenos ni tiempo solo
viejos muertos sobre el escenario
esbozando carcajadas de ultratumba
al escuchar:
encantado de conocerte, espero que sepas mi nombre.
Javier Vayá Albert (Valencia, 1973)
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