En la entrada de hoy, reproduzco una escena de la película "Martín Hache", dirigida por Adolfo Aristarain en 1997, en la que tiene lugar este diálogo que se produce entre Martín Echenique y su hijo Martín al que todos conocen como Hache.
Me gustaría que sirviera como recuerdo y homenaje al genial Federico Luppi, que nos dejó ayer, y como reflexión acerca de un concepto muy de actualidad y que, si obviamos el pais del que habla (cada uno que ponga el que sienta o el que quiera), desgraciadamente creo que se puede aplicar a casi cualquier lugar en particular y al mundo en general.
Martín
Padre: Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso es un verso. No se
extraña un país. Se extraña el barrio en todo caso, pero también
lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente
patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental. La patria es
un invento. Que tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño. Son tan
ajenos a mí como un catalán o un portugués. Estadísticas. Números sin cara.
Uno se siente parte de muy poca
gente. Tu país son tus amigos y eso sí se extraña, pero se pasa. Lo único que
yo te digo es que cuando uno tiene la chance de irse de Argentina debe
aprovecharla. Es un país donde no se puede ni se debe vivir, te hace mierda. Si
te lo tomás en serio, si pensás que puedes hacer algo para
cambiarlo, te hacés mierda. Es un país sin futuro, es un país saqueado,
depredado y no va a cambiar. Los que se quedan con el botín no van a permitir
que cambie.
Martín
Hijo: Que la patria es un verso, estoy de acuerdo, pero lo otro, sos muy
pesimista…todo puede cambiar, no creo que estemos mucho peor que otros países…
Martín
Padre: La Argentina es otra cosa. No es un país, es una trampa. Alguien
inventó algo como la zanahoria del burro: lo que vos dijiste…, puede cambiar.
La trampa es que te hacen creer que puede cambiar. Lo sentís cerca, que es
posible, que no es una utopía, es ya, mañana… Siempre te cagan. Vienen los
milicos y matan treinta mil tipos o viene la democracia y las cuentas no
cierran y otra vez a aguantar y a cagarse de hambre y lo único que puedes hacer,
lo único que puedes pensar es en tratar de sobrevivir o de no perder lo
que tenés. El que no se muere se traiciona y se hace mierda, y encima te dicen
que somos todos culpables. Son muy hábiles los fachos, son unos hijos de puta.
Pero hay que reconocer que son inteligentes. Saben trabajar a largo plazo.»
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