El viaje de la palabra
En el año 208, Serenus Sammonicus escribió en Roma un libro, Asuntos secretos, donde revelaba sus descubrimientos en el arte de la sanación.
Este médico de dos emperadores, poeta, dueño de la mejor biblioteca de su tiempo, proponía, entre otros remedios, un infalible método para evitar la fiebre terciana y espantar la muerte: había que colgarse al pecho una palabra y protegerse con ella noche y día.
Este médico de dos emperadores, poeta, dueño de la mejor biblioteca de su tiempo, proponía, entre otros remedios, un infalible método para evitar la fiebre terciana y espantar la muerte: había que colgarse al pecho una palabra y protegerse con ella noche y día.
Era la palabra Abracadabra, que en hebreo antiguo quería decir, y sigue diciendo: Envía tu fuego hasta el final
Los hijos de los días (Eduardo Galeano)
Lo único seguro es que pase lo que pase, la historia
continuará, y continuará el incesante combate entre la libertad y el miedo.
Yo suelo invocar una palabra, una palabra mágica, una
palabra abrepuertas, que es, quizá, la más universal de todas. Es la palabra
abracadabra, que en hebreo antiguo significa: Envía tu fuego hasta el final. A
modo de homenaje a todos los fuegos caminantes, que van abriendo puertas por
los caminos del mundo, la repito ahora:
Caminantes de la justicia,
portadores del fuego sagrado,
¡abracadabra, compañeros!
Discurso de Eduardo
Galeano en el obelisco de Montevideo (20 Octubre 2009)
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