Recientemente he vuelto a ver "Billy Elliot", una extraordinaria película de Stephen Daldry del año 2000, que cada vez que la veo me cautiva un poco más y que contiene algunas escenas verdaderamente emotivas que, sí lo confieso, consiguen que se me escapen algunas lagrimillas de emoción.
En 1984, Billy Elliot es un niño de 11 años que vive con su padre, su hermano y su abuela en un pueblo minero del condado de Durham, donde el gobierno de Margaret Thatcher está aplicando una dura política contra la huelga de los mineros.
En 1984, Billy Elliot es un niño de 11 años que vive con su padre, su hermano y su abuela en un pueblo minero del condado de Durham, donde el gobierno de Margaret Thatcher está aplicando una dura política contra la huelga de los mineros.
Entre los más activos huelguistas están el padre y el hermano de Billy, cuya familia pasa un momento económico difícil debido a la ya larga huelga en la que reivindican condiciones económicas y laborales dignas para los mineros del condado.
Billy se dedica a cuidar de su abuela y a visitar la tumba de su madre con la que tenía una relación muy especial.
Su padre, siguiendo la tradición, apunta a Billy a clases de boxeo y es ahí, el gimnasio es compartido con los alumnos de ballet, donde nuestro joven amigo descubre que lo que realmente quiere hacer es bailar.
Su padre, siguiendo la tradición, apunta a Billy a clases de boxeo y es ahí, el gimnasio es compartido con los alumnos de ballet, donde nuestro joven amigo descubre que lo que realmente quiere hacer es bailar.
Comienza una lucha contra los convencionalismos, los estereotipos y contra las mentes cerradas de su padre, hermano y de casi todo el pueblo. Incluso a veces tiene que luchar contra sí mismo, pues llega a dudar de si estará haciendo lo correcto dejándose llevar por su sueño y luchando contra el ambiente hóstil en el que se encuentra inmerso.
Sólo Georgia, la profesora de ballet y su amigo homosexual Michael, le muestran su apoyo. Billy conserva una carta que le escribió su madre en la que le anima a que sea él mismo en todo momento. Esa carta es la que lo anima a seguir con su particular revolución para tratar de cambiar las cosas por que, como dijo alguien alguna vez, la revolución comienza por uno mismo.
Al final consigue convencer a su padre y, con el apoyo de todo el pueblo, es capaz de hacer realidad su sueño.
La historia cuenta con una extraordinaria banda sonora donde, entre otros muchos, suena el temazo de los T. Rex que ambienta nuestra entrada de hoy.
¡Salud, que disfrutéis la música y la película y no dejéis que nada ni nadie os aparte de vuestros sueños!
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