Los hombres huecos
Somos los hombres huecos
somos los hombres rellenos
apoyados uno en otro
la mollera llena de paja. ¡Ay!
Nuestras voces resecas, cuando
susurramos juntos
son tranquilas y sin significado
como viento en hierba seca
o patas de ratas sobre cristal rotoen la bodega seca de nuestras provisiones
Figura sin forma, sombra sin color,
fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
los que han cruzado
con los ojos derechos, al otro Reino de la muerte
nos recuerdan —si es que nos recuerdan— no como
perdidas almas violentas, sino sólo
como los hombres huecos
los hombres rellenados.
II
Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños
en el reino de sueño de la muerte
esos ojos no aparecen:
ahí, los ojos son
luz del sol en la columna rota
ahí, hay un árbol meciéndose
y las voces son
en el canto del viento
más lejanas y más solemnes
que una estrella que se apaga.
No me acerque yo más
en el reino de sueño de la muerte
revístame yo también
de tan deliberados disfraces
pelaje de rata, piel de cuervo, palos cruzados
en un campo
comportándome igual que el viento
sin acercarme más…
No ese encuentro final
en el reino crepuscular.
T.S. Elliot (EEUU, 1888-Londres, 1965)
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