al porvenir que se adivina lejos, terreno mágico, dilatada esfera que el largo brazo del deseo roza, bola brillante que los ojos sueñan, compartida estancia de la esperanza y de la decepción, oscura patria de la ilusión y el llanto que los astros predicen y el corazón espera y siempre, siempre, siempre está distante. Pero el futuro es otra cosa, pienso: tiempo de verbo en marcha, acción, combate, movimiento buscado hacia la vida, quilla de barco que golpea el agua y se esfuerza en abrir entre las olas la brecha exacta que el timón ordena. En esa línea estoy, en esa honda trayectoria de lucha y agonía, contenido en el túnel o trinchera que con mis manos abro, cierro, o dejo, obedeciendo al corazón, que manda, empuja, determina, exige, busca. ¡Futuro mío...! Corazón lejano que lo dictaste ayer: no te avergüences. Hoy es el resultado de tu sangre, dolor que reconozco, luz que admito, sufrimiento que asumo, amor que intento. Pero nada es aún definitivo. Mañana he decidido ir adelante, y avanzaré, mañana me dispongo a estar contento, mañana te amaré, mañana y tarde, mañana no será lo que Dios quiera. Mañana gris, o luminosa, o fría, que unas manos modelan en el viento, que unos puños dibujan en el aire. Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008) |
jueves, 28 de noviembre de 2024
Que sera, sera - Pixies
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