Nos hiciste la vida imposible, te quisimos nada más verte
Fuiste fuerte; atravesaste las gaviotas en vuelo pleno
Nos partiste como el rayo al árbol
Tuvimos que crecer en la unidad de relatos, unas viejas revistas de ciencia ficción de los 70, un pintalabios pasado que encontramos en un cajón
Hablaste, tú, hablaste en el lenguaje secreto de las cosas y como consecuencia nos vimos obligados a entenderte
Lloviste mucho y eso en parte hizo una diferencia con todo lo que pasaría después y que solo podríamos comparar contigo
Pintamos con lápices de colores para ti una casa, un hogar. Todo lo rechazaste, no quisiste nada de nosotros
Nos exigiste los mayores sacrificios
Hubo cosas que no te dijimos por vergüenza, por culpa
Nos diste de beber
Nos diste de comer de tu mesa pero no nos dijiste qué estaba envenenado en los platos
Nos enseñaste lo mucho que se parecía vivir a no vivir
Fuiste valiente
¿Fuiste valiente?
Fuiste dulce
¿Fuiste dulce?
Nos raptaste; nos escapamos.
Había en ti una resistencia inhumana fruto del fuego
y de la sangre (pero siempre de otros)
Pergeñaste un plan: un hombre y una mujer se cruzan
Pergeñaste un plan: un hombre y una mujer se cruzan
en la calle sin mirarse.
Desde la ventana del autobús les miraste tú
Desde la ventana del autobús les miraste tú
y tú supiste qué ellos se amaban
Supiste cómo se sabe con quince años la
ternura en la piel
No se habían dicho ni hola ni adiós
—ya no,
aún no,
quedaba demasiado por decir,
ellos no lo sabían—
Pero tú lo supiste
No volverían a cruzarse
O muy probablemente sí
Aunque no todo fue triste tampoco lo recuerdo
Todos los años 89 son así: traen una semilla
¿De qué?
Aún faltan años para saberlo.
No se habían dicho ni hola ni adiós
—ya no,
aún no,
quedaba demasiado por decir,
ellos no lo sabían—
Pero tú lo supiste
No volverían a cruzarse
O muy probablemente sí
Aunque no todo fue triste tampoco lo recuerdo
Todos los años 89 son así: traen una semilla
¿De qué?
Aún faltan años para saberlo.
Tania López García (Madrid, 1989)
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