Los diferentes ángulos de la lluvia nos distraen de la más íntima naturaleza de la lluvia: caer siempre perpendicular a algo.
Así a veces cae perpendicular al corazón, pero el corazón tiene miedo y escapa de todas las perpendiculares.
Otras veces cae perpendicular a los muertos, pero los muertos ya no aciertan ninguna geometría.
Y otras veces cae perpendicular a la noche, pero la noche la abraza como un surtidor por todas partes.
Sin embargo la perpendicular de la lluvia, para cumplir su llamado, no necesita ni siquiera una línea, sino tan sólo un punto donde poder caer y hundirse plenamente.
Yo no lo recuerdo pero mi madre me cargaba en brazos cogía entre las suyas mis dos pequeñas manos que no eran manos todavía que eran ruiseñores mudos y ni eso que eran cabos sueltos y me obligaba a tocar los objetos de la casa uno a uno.
Me presentaba el mundo consciente, supongo, de que el mundo se conquista con las manos. Naranja, cuchara, libro, nariz, hermana, inaugurando los sonidos me ofrecía sus texturas y sus formas, para que yo ensamblara mentalmente las palabras y las cosas, para que yo tendiera esa cuerda necesaria entre vivir y pensar, para enseñarme en fin… la piel de las palabras.
Mi madre, al final nunca lo supo, logró lo que quería yo terminé más o menos llamando a las naranjas por su nombre.
Pero aunque el mundo hasta hoy me siga pareciendo incomprensible y aquella cuerda se deshaga con la lluvia lo que de verdad le agradezco en noches inflamadas como ésta desde aquí desde el oro azul de sus palabras es este afán incorregible por tocarlo todo.
La mitad de la belleza depende del paisaje; y la otra mitad de la persona que la mira. . . Los más brillantes amaneceres; los más románticos atardeceres; ... los paraísos mas increíbles; se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas. Cuando no hay lagos más claros y profundos que sus ojos; cuando no hay grutas de las maravillas comparables con su boca; cuando no hay lluvia que supere a su llanto; ni sol que brille más que su sonrisa. . . La belleza no hace feliz al que la posee; sino a quien puede amarla y adorarla; Por eso es tan lindo mirarse cuando esos rostros se convierten en nuestros paisajes favoritos...
La cama era para él un océano, incluso cuando estaba despierto. Las mantas se ondulaban como las olas. Las sábanas espumeaban como las rompientes. Las gaviotas caían en picado y pescaban a lo largo de su espalda. Hacía bastantes días que no se levantaba y todo el mundo estaba preocupado. No quería hablar ni comer. Sólo dormir y despertarse y volver a dormirse. Cuando fue a verlo el médico, se le meó encima. Cuando fue a verlo el psiquiatra, le lanzó un escupitajo. Cuando fue a verlo un cura, le vomitó. Finalmente lo dejaron en paz y se limitaron a pasarle zanahorias y lechuga por debajo de la puerta. Era lo único que quería comer. Los demás habitantes de la casa bromeaban diciendo que tenían un conejito, y él les oyó. Cada vez se le aguzaba más el oído. De modo que dejó de comer. Empujó la cama hasta ponerla contra la puerta, para que nadie pudiera entrar, y luego se durmió. Por la noche los demás habitantes de la casa oían el silbido de los huracanes al otro lado de la puerta. Y truenos y relámpagos y sirenas de barcos en una noche de niebla. Aporrearon la puerta. Intentaron derribarla, sin conseguirlo. Aplicaron la oreja a la puerta y oyeron gorgoteos subacuáticos. En la cara exterior de las paredes de esa habitación empezaron a crecer algas y percebes. Comenzaron a asustarse. Decidieron encerrarlo en un manicomio. Pero cuando salieron por el coche descubrieron que toda la casa estaba rodeada por un océano que se extendía hasta donde alcanzaba su vista. Océano y nada más que océano. La casa se balanceaba y cabeceaba toda la noche. Ellos se quedaron apretujados en el sótano. Desde la habitación cerrada les llegó un prolongado gemido y la casa entera se sumergió en el mar.
Que se levanten los muertos. Ya que los vivos no parecen estarlo que se levanten los muertos. Pero no sólo a quiénes descerrajaron un tiro. No sólo a los que fusilaron ante un pelotón. No sólo quiénes murieron luchando por lo que creían o por lo que tocaban en la guerra que los otros inventaron. No sólo a los que mataron en las cárceles. No sólo esos. No. Sino también que se levanten también aquellos a los que mataron la vida, sobre todo aquellas a las que robaron la ilusión y la esperanza, a las que robaron la posibilidad sólo atisbada de ser ellas. Que se levanten aquellos aquellos muertos que dejaron de enseñar, que dejaron de vivir, aquellos muertos que volvieron a estar casados con hombres o mujeres con los que no querían; aquellos hombres a los que les quitaron el pan, el sueño y la palabra. Que se levanten todos. Que se levanten todos y por fin sin paciencia y con ira les crucen la cara en un gesto de duelo, de duelo por sí, de duelo por nosotros, por sus hijos e hijas y nietos y nietas; que les crucen la cara a éstos que nunca dejaron de estar levantados; a éstos que no sólo ganaron las armas sino que además de robarnos la historia quieren volver a quitarnos el futuro. Que se levanten los muertos. Que se levanten los muertos porque vivos y vivas parecen estar debajo de un montón de paletadas de tierra de tierra yerma. Que se levanten los muertos, que los arrinconen y les recuerden ellos ya muertos sin nada que perder sin nada que ganar a los hijos y las hijas y los nietos y las nietas de esos otros cuál es el espacio en que debieran estar ellos que nacieron muertos.
lo que es lo que pudo haber sido lo que nunca será lo que fue y lo que era lo que pudiera ser lo que querré algún día que haya sido lo que quise que fuera lo que a pesar de mí se obstina en ser lo que siempre soñé que fuese un día.
Las cuentas son exactas: yo soy el resultado.
Raquel Lanseros
"Hay tres líneas en la biografía de todo ser humano, y nunca son una horizontal y dos perpendiculares. Son tres líneas sinuosas, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser y lo que fue"
Hoy suena en el blog un tema mítico de una auténtica leyenda de la música country. Se trata, nada más y nada menos, de la canción Jolene, del álbum del mismo nombre de 1973, de la gran Dolly Parton.
Trata de una ama de casa que intenta evitar que una mujer, de nombre Jolene, le robe el amor de su vida. En la canción la protagonista de la historia grita "por favor, no te lo lleves solo porque puedes hacerlo" y, según cuenta la propia Dolly, la inspiración le vino un día en que estaba en el banco con su marido y, de repente, le pareció que una empleada guapa y pelirroja estaba intentando ligar con su marido.
Parece ser que el nombre lo tomó de una niña, pelirroja de ojos verdes a la que firmó un autógrafo en un concierto. “Yo dije, cuenta Dolly, ¿cuál es tu nombre? Y ella dijo, Jolene. Y yo dije ‘Jolene, Jolene, Jolene’. Es lindo, eso suena como una canción. Voy a escribir una canción con tu nombre”.
El tema supuso un auténtico éxito en la carrera de Parton y es uno de los temas más versionados de la historia de la música. Gente de muy distintos estilos musicales han querido homenajear a Jolene haciendo su propia versión entre los que podemos citar a The White Stripes, Olivia Newton John, Miley Cirus y The Sisters of Mercy. Existen incluso versiones en deep house, cumbia y merengue. Buscando información sobre Jolene me encontré incluso con este video donde reproducen el tema a 33 rpm y creo que suena realmente bien.
Como hay gente "pa tó" se han escrito incluso tesis doctorales acerca de nuestra canción de hoy. La catedrática de la Universidad de Michigan, Nadine Hubbs tituló su trabajo "Jolene, género y la homoerótica cotidiana del Country" en la que, entre otras teorías, sostiene que en el fondo subyace una cierta atracción homoerótica hacia la mujer que está intentando robarte a tu hombre.
Sea como fuere, lo cierto es que es un temazo que espero disfrutéis mientras evitáis que nadie os robe a vuestro amor o incluso, si os sentís atraídos por el ladrón o ladrona, aprovechad la situación y dad rienda suelta a vuestros deseos.
Los recuerdos nos llaman/siempre insisten no soportan que los abandonemos y tienen toda la razón del mundo porque son los ladrillos del pasado
la memoria es tan fiel que los archiva
por orden alfabético y por zona para que así podamos encontrarlos cuando nos hagan falta en pleno insomnio
los recuerdos son pedazos de vida/ si los asimilamos con cautela y los llevamos hasta nuestro roble aquel que nos dio sombra en un verano podremos repasar expectativas posibles o imposibles/ quién lo sabe
los recuerdos nos llevan al origen se convierten de pronto en semilla de las oscuridades y las luces que vinieron después y despacito
con la memoria vamos y volvemos por todos los caminos del terruño ah pero los recuerdos nos esperan en la aglomeración de las llegadas y desde luego los recuperamos porque son hijos de nuestro pellejo de nuestras glorias y nuestras caídas bienvenidos recuerdos no lo olviden tienen hogar en nuestros corazones.