El distraído tropezó con ella...
El bruto la usó como proyectil.
El emprendedor, usándola, construyó.
El campesino, cansado del trabajo, la convirtió en un asiento.
Para los chicos, fue un juguete.
Drummond la poetizó.
David mató a Goliat;
y Miguel Ángel extrajo de ella la escultura más bella...
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra, ¡sino en el hombre!
Antonio Pereira (Apon)
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