jueves, 31 de marzo de 2016

Give me strength - Eric Clapton





Ayer, 30 de Marzo, Eric Clapton cumplió 71 años.

En el temazo que suena hoy en el blog pide fuerzas para seguir adelante.

La canción forma parte del disco "461 Ocean Boulevard" de 1974 que supuso el regreso  del guitarrista británico tras tres años dedicados a liberarse de su adicción a la heroína.

Decía el maestro Paco de Lucía que la guitarra le proporcionaba la capacidad de poder comunicarse con el resto del mundo sin utilizar la palabra.

Clapton está considerado por muchos como Dios. Creo que al menos le podemos considerar como su profeta de mano lenta y estoy seguro que el dios de la guitarra le concederá la fuerza necesaria para que siga hablandonos a través del sonido maravilloso de las cuerdas de su guitarra.

Parafraseando a Joaquín Sabina podríamos decir que ¡quién supiera reir como llora la guitarra de Eric Clapton! 

¡Larga vida para slowhand!


domingo, 27 de marzo de 2016

Brown sugar - The Rolling Stones




El 25 de Marzo de 2016 será recordado como el día en que tocaron por primera vez en Cuba, Sus Satánicas Majestades The Rolling Stones.

Después de más de 50 años de carrera, llevaron su azúcar moreno a la tierra de la caña y el ron, en un concierto gratuito para toda la isla.

Es innegable que se pueden desarrollar todo tipo de teorías y especulaciones, según el sesgo y la tendencia de cada uno, alrededor del histórico concierto, teniendo en cuenta que hablamos de dos símbolos, uno de la cultura del rock &roll y otro de la resistencia ante el capitalismo y su forma de vida.

Es obvio que junto con las recientes, y también históricas, visitas del Papa Francisco y Barack Obama a Cuba, y la reanudación de relaciones entre EEUU y la isla, constituye un claro síntoma de que algo está cambiando en la patria de Fidel, esperemos que para bien.

De todas formas me gustaría quedarme con lo que cantan  Rolling Stones en otro de sus temas y que también sonó en La Habana en la noche del pasado viernes, "sé que solo es rock&roll pero me encanta" o con lo que cantaba el gran Rosendo Mercado con sus Leño en uno de sus himnos "yo sólo hago roc&roll y no voy más lejos".

!Que la disfrutéis!


martes, 22 de marzo de 2016

Europa - Carlos Santana




El rapto de Europa

La princesa fenicia Europa, hija de los reyes de Tiro, Agenor y Telefasa, era deseada tanto por los mortales como por los dioses por su excelsa belleza.

El dios Zeus, loco de deseo por ella desde el primer día que la vió, decidió transformarse en un toro blanco y mezclado con los toros que poseía el padre de Europa consiguió que la princesa se subiera a su lomo y, lanzándose al mar desde un acantilado, la raptó y la llevó a la isla de Creta.

Ya en la isla, Zeus volvió a adoptar la forma de hombre y poseyó a Europa bajo un árbol que todavía existe en Creta y que tiene permanentemente sus hojas verdes.

Cuenta la leyenda que el padre de la princesa vagó por todos los caminos buscando a su hija llamándola constantemente ¡Europa! ¡Europa!, sin encontrar respuesta. Los habitantes de esos lugares por los que fué pasando acabaron por bautizar al continente con el nombre de la princesa.

Europa, un lugar en el que en la actualidad se me antoja imposible que el rey Agenor pudiera transitar libremente buscando a su amada hija, le hubieran retenido en alguna de las muchas fronteras que, como cicatrices, agrietan la piel del viejo continente. Una tierra en la que prima el dinero y los intereses económicos por encima de las personas, una tierra que mercadea con la desgracia de los más pobres, olvidando que durante la gran guerra una gran parte de sus habitantes fueron refugiados y nadie les cerró las puertas.

Siempre pensé que Carlos Santana, cuando en 1976 publicó esta canción, se había inspirado en la Europa continental, pero la realidad es que cuando escribió esta maravillosa melodía se inspiraba más en la bellísima princesa de la mitología griega que en el continente que nos alberga.

Tengo que confesar que me alegra, pues una tierra secuestrada por el capitalismo más atroz y la deshumanización, no se merece ser inspiradora del fantástico tema que suena en la entrada de hoy.  
 

jueves, 17 de marzo de 2016

Your song - Elton John




¡Qué ganas de que volváis a casa y al entrar por la puerta escuchar vuestras voces cantando, juntas, esta canción!

¡Qué ganas de que volváis a casa y al entrar por la puerta escuchar vuestras voces!

¡Qué ganas de que volváis a casa!

¡Qué ganas...!


sábado, 12 de marzo de 2016

Box of rain - Grateful dead




«Ahora, querida clase, aprenderán a pensar otra vez por sí mismos. Aprenderán a saborear las palabras y el lenguaje. A pesar  de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...).

Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son las cosas que nos mantienen vivos.

Citando a Whitman, "¡Oh, mi yo!, ¡oh vida! de sus preguntas que vuelven, del desfile interminable de los desleales, de las ciudades llenas de necios, ¿qué de bueno hay en estas cosas?, oh, mi yo, mi vida.

Respuesta: Que estás aquí - que existe la vida y la identidad, que prosigue el poderoso drama, y que tú puedes contribuir con un verso"

¿Cuál será su verso?»

   
John Keating (Robin Williams en “El club de los poetas muertos”)


martes, 8 de marzo de 2016

Baby blue - Badfinger



Y dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor, 
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.

                                                Gioconda Belli


Con este temazo de los galeses Badfinger, quiero felicitar a todas esas mujeres anónimas que con su actitud y sus acciones fueron capaces de cambiar su destino y, con él, el de generaciones de mujeres futuras.


viernes, 4 de marzo de 2016

Small town - John Mellencamp



EL PUEBLO EN LA CARA

Cuando yo salí del pueblo, hace la friolera de cuarenta y ocho años, me topé con el Aniano, el Cosario, bajo el chopo del Elicio, frente al palomar de la tía Zenona, ya en el camino del Pozal de la Culebra. Y el Aniano se vino a mí y me dijo: “¿Dónde va el Estudiante?”. Y yo le dije: “¡Qué sé yo! Lejos”. “¿Por tiempo?” dijo él. Y yo le dije: “Ni lo sé”. Y él me dijo con su servicial docilidad: “Voy a la capital. ¿Te se ofrece algo?”. Y yo le dije: “Nada, gracias Aniano”.
 
Ya en el año cinco, y al marchar a la ciudad para lo del bachillerato, avergonzaba ser de pueblo y que los profesores me preguntasen (sin indagar antes si yo era de pueblo o de ciudad): “Isidoro ¿de qué pueblo eres tú?” Y también me mortificaba que los externos se dieran de codo y cuchichearan entre sí: “¿Te has fijado qué cara de pueblo tiene el Isidoro?” O, simplemente, que prescindieran de mí cuando echaban a pies para disputar una partida de zancos o de pelota china y dijeran despectivamente “Ése no; ése es de pueblo”. Y yo ponía buen cuidado por entonces en evitar decir: “Allá en mi pueblo”… o “El día que regrese a mi pueblo”, pero, a pesar de ello, el Topo, el profesor de Aritmética y Geometría, me dijo una tarde en que yo no acertaba a demostrar que los ángulos de un triángulo equivalen a dos rectos: “Siéntate, llevas el pueblo escrito en la cara”.

Y, a partir de entonces, el hecho de ser de pueblo se me hacía una desgracia y yo no podía explicar cómo se cazan gorriones con cepos o colorines con liga, que los espárragos, junto al arroyo, brotarán más recio echándoles porquería de caballo, porque mis compañeros me menospreciaban y se reían de mí. Y toda mi ilusión, por aquel tiempo, estribaba en confundirme con los muchachos de ciudad y carecer de un pueblo que parecía que le marcaba a uno, como a las reses, hasta la muerte. Y cada vez que en vacaciones visitaba el pueblo, me ilusionaba que mis viejos amigos, que seguían matando tordas con el tirachinas y cazando ranas en la charca con un alfiler y un trapo rojo, dijeran con desprecio: “Mira el Isi, va cogiendo andares de señoritingo”.
Así que, en cuanto pude, me largué de allí, a Bilbao, donde decían que embarcaban mozos gratis para el Canal de Panamá y que luego le descontaban a uno el pasaje de la soldada. Pero aquello no me gustó, porque ya por entonces padecía yo del espinazo y me doblaba mal y se me antojaba que no estaba hecho para trabajos tan rudos y, así de que llegué, me puse primero de guardagujas y después de portero en la Escuela Normal y más tarde empecé a trabajar las radios Philips que dejaban una punta de pesos sin ensuciarse uno las manos.

Pero lo curioso es que allá no me mortificaba tener un pueblo y hasta deseaba que cualquiera me preguntase algo para decirle: “Allá, en mi pueblo, el cerdo lo matan así, o asao.” O bien: “Allá en mi pueblo, los hombres visten traje de pana rayada y las mujeres sayas negras, largas hasta los pies ” O bien: “Allá, en mi pueblo, la tierra y el agua son tan calcáreas que los pollos se asfixian dentro del huevo sin llegar a romper el cascarón” O bien: “Allá, en mi pueblo, si el enjambre se larga, basta arrimarle una escriña agujereada con una rama de carrasco para reintegrarle a la colmena.”

Y empecé a darme cuenta, entonces, de que ser de pueblo era un don de Dios y que ser de ciudad era un poco como ser inclusero y que los tesos y el nido de la cigüeña y los chopos y el riachuelo y el soto eran siempre los mismos, mientras las pilas de ladrillo y los bloques de cemento y las montañas de piedra de la ciudad cambiaban cada día y con los años no restaba allí un solo testigo del nacimiento de uno, porque mientras el pueblo permanecía, la ciudad se desintegraba por aquello del progreso y las perspectivas de futuro.

Viejas historias de Castilla la Vieja (1964)
Miguel Delibes (España, 1920-2010)