Un halcón del cielo que había seguido
burlonamente la galleta del palo mayor, bajando desde su hogar natural entre
las estrellas, picó la bandera e incomodó allí a Tashtego: por casualidad, ese
pájaro interpuso su ancha ala móvil entre el martillo y la madera, y,
sintiendo, abajo, en su estertor de muerte, plantó allí su martillo como
helado; y así el pájaro del cielo, con gritos arcangélicos, y con su pico
imperial vuelto hacia arriba, y toda su forma cautiva envuelta en la bandera de
Ahab, se hundió con el barco, que, como Satán, no quiso bajar al infierno hasta
haber arrastrado consigo una parte viva del cielo, poniéndosela por casco.
Entonces, pequeñas aves volaron
gritando sobre el abismo aún entreabierto; una tétrica rompiente blanca chocó
contra sus bordes abruptos; después, todo se desplomó, y el gran sudario del
mar siguió meciéndose como se mecía hace cinco mil años.
Moby Dick (Herman Melville)
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