martes, 25 de agosto de 2015

We're coming to America - Neil Diamond




Ella dijo:

—Sí.

Madre sonrió.

—Sabía que lo harías. ¡Lo sabía! —miró sus manos, entrelazadas en su regazo.

Rose of Sharon susurró:

     ¿Podéis..., podéis saliros todos? la lluvia caía lentamente en el tejado.
Madre se inclinó hacia adelante y con la palma de la mano retiró de la frente de su hija el pelo en desorden y la besó en la frente. Madre se enderezó con presteza.

—Venga, vamos todos —llamó—. Vamos a salir al cobertizo de las herramientas.

Ruthie abrió la boca para hablar.

—Calla —dijo Madre—. Calla y ve —los hizo salir y llevó al niño consigo; cerró la puerta chirriante tras de sí.

Durante un minuto Rose of Sharon se quedó sentada inmóvil en el granero susurrante.

Luego levantó su cuerpo y se ciñó el edredón. Caminó despacio hacia el rincón y contempló el rostro gastado y los ojos, abiertos y asustados. Entonces, lentamente, se acostó a su lado. Él meneó la cabeza con lentitud a un lado y a otro. Rose of Sharon aflojó un lado de la manta y descubrió el pecho.

—Tienes que hacerlo —dijo. Se acercó más a él y atrajo la cabeza hacia sí—. Toma —dijo—. Así —su mano le sujetó la cabeza por detrás. Sus dedos se movieron con delicadeza entre el pelo del hombre. Ella levantó la vista y miró a través del granero, y sus labios se juntaron y dibujaron una sonrisa misteriosa.

                           
 Las uvas de la ira (John Steinbeck)

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