Cuando un pueblo elige democraticamente su destino se merece todo nuestro respeto.
Cuando un pueblo, a pesar de las amenazas y el chantaje, decide escoger el camino de la dignidad se merece todo nuestro orgullo.
Cuando
un pueblo, a pesar de la política del miedo, ejercida por los mercados y
la mafia llamada troika (con minúscula porque está en contra del
pueblo), decide gritar ¡basta! y considerar que las personas están por
encima del dinero y del mercadeo, se merece toda nuestra admiración y solidaridad.
Dignidad,
orgullo, solidaridad, pueblo, democracia, son sintagmas que hoy
recuperan su verdadero significado y que ojalá constituyan un cambio de
rumbo y una nueva manera de hacer las cosas.
Ojalá se entienda el mensaje y no se pierda en el mar de las palabras huecas y el cinismo habitual de los gobernantes, que solo escuchan la voz de su amo y señor, el dinero.
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