El pasado domingo, José Mujica dejó de ser Presidente de Uruguay. El pueblo está triste por su marcha y orgulloso de haber tenido un Presidente como él. !Qué envidia, coño! El nuestro ni se va ni nos inspira tan alto sentimiento... Os dejo su emotivo discurso de despedida al son de los míticos Who, que hace tiempo que no nos visitaban...
Había una vez un barrio lejano, donde morían las chacras y nacían los solares proletarios. Con vereditas de tierra y hoyitos para jugar al parcito. Con trojas de trompos, muchas veces caseros hechos de naranjo, y baleros y bochones y pelotas de trapo. Era un tiempo de escuelitas siempre atestadas, con muchos gurises remendados y zapatillas rancheras de aquella época y madres duras. ¡Qué cosa bárbara, siempre, siempre le daban la razón a la maestra!.
En ese tiempo, y en esa infancia, deambulaba mi huérfana niñez, en algunas tardes trillábamos arroyitos buscando tarariras… Al fin y al cabo desembocó la adolescencia, justo cuando se acallaban los cañones de la Segunda Guerra Mundial. Después vinieron los trabajos por la vida en una orfandad protegida por una madre fuerte y dura. Vinieron pocos diría cualquiera, y en el medio de esas luchas por la vida, reminiscencias que llegaban a nuestra adolescencia.
Estaba presente en nuestras vidas, el dolor de la España irredenta y admirada. Empezábamos a surgir y no nos dábamos cuenta que empezábamos a dejar de ser la Suiza de América, para ser definitivamente latinoamericanos.
Un tiempo de leerlo todo y de traquetear la vida, a veces por dos quilos de carnes a 17 centésimos porque una mano de obrero solidario del Frigorífico Nacional nos ayudaba. Tiempo de marchas, a veces con gotitas libertarias, que se daban en el quehacer estudiantil mientras crecía adentro de nosotros el anhelo por un mundo más justo, sin que lo mío y lo tuyo no nos separara.
En aquel entonces, Europa repuesta, nos lleva imponente al cambio luminoso y aquel país de nuestra niñez, amortiguador,
se iría quedando sin reparto, sin negociación y por ello nuestra democracia comenzó a enfermar porque nada había para repartir. No nos dábamos cuenta pero caminábamos hacia la confrontación. Entre nostalgias y Maracaná no podíamos verlo con claridad, pero comenzábamos a padecerlo día a día.
Mientras tanto el mundo, el gigantesco mundo, se sumía en una Guerra Fría, una lucha entre una plutocracia con banderas de democracia y una burocracia con banderas de socialismo. Fueron las épocas de estancamiento, de utopía militante. Nos terminamos jugando todo, como muchos otros. Sufrimos e hicimos sufrir y somos conscientes. Pagamos precios enormes, pero seguimos por milagro. Vivos, templados y aprendiendo con la adversidad. Habiendo repensado a toda la vida como una entrega y como valor para defender por encima de todas las cosas. Mucho mas humildes, mucho más humildes y republicanos, porque nos quedo incrustado que nadie es más que nadie.
Sobrios, sin ser ascetas, livianos de equipaje, para tener la mayor cantidad de tiempo libre y volcarlo socialmente a lo largo de nuestra existencia, por ser nuestra forma de felicidad posible. Al cabo de tanto trajín, supimos que la lucha que se pierde es la que se abandona pero también querido pueblo, saber que no hay ningún final sino el camino mismo, y que muchos otros arrimaran lo suyo y continuarán el camino de luchas.
Pasaron 5 años fratricidas, se fueron rapidísimo, en una lucha entre el egoísmo natural que llevamos adentro y que nos lo puso la naturaleza para defender nuestra vida y la vida del nucleo familiar que nos rodea. Esa lucha, con la otra gran fuerza, la solidaridad, una disputa permanente entre el egoismo y la solidadridad. Sepamos que la solidaridad es la defensa a largo plazo de la especie. El egoísmo, la necesidad como instrumento para defender nuestra vida y la de nuestros seres queridos.
Querido pueblo, gracias por tus abrazos. Gracias por tus críticas, gracias por tu cariño y sobre todo, gracias por tu hondo compañerismo cada una de las veces que me sentí sólo en el medio de la Presidencia. Si tuviera dos vidas, las gastaría enteras para ayudar tus luchas, porque es la forma más grandiosa de querer la vida que he podido encontrar a lo largo de mis casi 80 años.
No me voy, estoy llegando. Me iré con el último aliento y donde esté, estaré por ti, estaré contigo, porque es la forma superior de estar con la vida. Gracias querido pueblo”.
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