jueves, 28 de diciembre de 2023

Todo se transforma - Jorge Drexler




Máquina expendedora de sueños

Introduzco monedas y observo cómo se enrosca,
el ruido de un sueño envuelto al vacío y en papel de aluminio 
cayendo en la bandeja. Dispensa
todo tipo de sueños: malos y buenos,
pesadillas breves para evitar las peores,
sueños recurrentes rellenos de nubes en las pastas de té.
Sueños de caramelo duro para guardar en la mejilla,
una bolsa de sueños naranjas con subtítulos en español.
Un sobre fluorescente promete
cantonés coloquial mientras duermes. Otro es un sueño
del interior de un río, se desliza como sardinas en aceite,
tira de mi cuerpo largo y pulcro para charlar sobre las corrientes
con cualquier nutria que quisiera escuchar. Mi sueño favorito
siempre está agotado: la fluida jerga verlan parisina.
En él mordisqueo pasteles diminutos. Mantengo una conversación informal
sobre cremas para los ojos en una farmacia francesa.
Mi mano toca el timbre de un piso en la última planta 
donde hay una fiesta fantástica esperándome.
Los sueños sin azúcar nunca duran mucho. Hay un
sueño rosa pálido que evito: burbujea como
Pixy Stix con sabor a Pepto-Bismol. Se procesa en una fábrica
que también maneja la esperanza, la vergüenza y otros alérgenos.
Ese sueño es como pisar accidentalmente un gato,
repentino y terrible, desgarrador para todos.
En él, mi padre dice Siento no llamar nunca, nunca sé
qué decir, y, por fin, encuentro las palabras para responder no te
preocupes y ya lo sé y bueno, todo bien. Todo bien ahora.
Todos estamos bien.


Cynthia Miller

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