A veces si miro de noche al cielo y observo la luna y las estrellas creo que lo he comprendido todo en un instante de golpe y por puro azar, sin saber muy bien por qué.
Me pregunto qué tipo de nervios
recorren los planetas y trasladan la electricidad de punto en punto, uniéndolo todo como un laberinto que acaba aquí.
Lo sé y no lo sé al mismo tiempo. Pero casi lo invento. Adivino el límite total de todo en el borde del firmamento, las aristas que todo lo sostienen, las intersecciones y nudos que matemáticamente estructuran la realidad.
Me pregunto cómo yo pequeño animal instantáneo, accidente accidental de una siesta compartida, fui presentado al cromosoma Filadelfia a las Pléyades y a Plutón.
Me pregunto por qué he podido escuchar a Beethoven, a los pájaros cantores de tantas alamedas, y sobre todo a ti, oculta en lo profundo de lo más profundo, sujeta a lo verde, silenciosamente junto a mí.
A veces si miro de noche al cielo me siento milimétrico y exactamente nocturno como una ecuación llena de constantes inconstantes e incógnitas sin solución que se fueran resolviendo simultáneamente bajo las estrellas en un instante de golpe y por puro azar.
Te abrazo porque te quiero, te abrazo porque te echo de menos, te abrazo porque quiero olvidar, te abrazo por amistad, te abrazo por compañerismo, te abrazo porque todo ha acabado, te abrazo porque todo va a empezar. Te abrazo para celebrar, te abrazo para consolar, te abrazo porque sí, te abrazo por si no puedo hacerlo más. Te abrazo fuerte, te abrazo delicado, te abrazo estrecho, te abrazo de corazón, te abrazo hasta quedarme sin aire, te abrazo sin miedo, te abrazo con miedo, te abrazo sin saber por qué.
Te abrazo para despedirte, te abrazo para recibirte, te abrazo por la buena nueva, te abrazo por la mala noticia, te abrazo por lo que vendrá, te abrazo por lo que fuimos, te abrazo por los recuerdos, te abrazo por la memoria, te abrazo por el olvido, te abrazo por la hermandad. Te abrazo sin pensarlo, te abrazo pensándomelo, te abrazo sin pretensiones, te abrazo con intención. Te abrazo sólido, te abrazo líquido, te abrazo porque lo mereces, te abrazo aunque no lo merezcas, te abrazo porque lo necesitaba, te abrazo porque tú lo necesitabas. Te abrazo sin más, te abrazo sin menos, te abrazo por el día, te abrazo por la noche, te abrazo al mediodía. Te abrazo a hurtadillas, te abrazo a plena luz, te abrazo con testigos, te abrazo en la clandestinidad, te abrazo sin saber si será la última vez, te abrazo en la penúltima ocasión. Te abrazo siempre, te abrazo ahora, te abrazo en este instante mejor que luego, te abrazo luego también, te abrazo antes, te abrazo después, te abrazo sin prisas, te abrazo atropellado, te abrazo normal. Te abrazo.
Te quiero, te echo de menos, no te olvidaré nunca. Has sido mi amigo, mi compañero y aunque todo se haya acabado quizá dentro de un tiempo volvamos a coincidir. Hemos celebrado muchas victorias y nos hemos lamido las heridas en la derrota. Tengo miedo y necesito tus brazos, fuertes y delicados, que quizá no tenga más. Toca decir adiós, pero vendrán otras batallas aunque las pasadas caigan en el olvido. Hemos sido hermanos, cómplices, hemos querido conquistar un mundo cruel, hemos saltado en los parques y nos hemos escondido en esquinas. No fuimos siempre los mejores, pero cada día lo intentamos. Hemos sido ayer y hemos sido hoy y quizá dentro de un tiempo seamos mañana. Abrázame sin más. Abrázame.
Carlos del Amor (Emocionarte-La doble vida de los cuadros, 2020)
Nadie puede salvarte sino tú mismo. te verás una y otra vez en situaciones casi imposibles. intentarán una y otra vez por medio de subterfugios, engaños o por la fuerza que renuncies, te des por vencido y/o mueras lentamente por dentro. nadie puede salvarte sino tú mismo y será muy fácil desfallecer,
pero muy fácil, pero no desfallezcas, no, no. limítate a mirarlos. escucharlos. ¿quieres ser así? ¿un ser sin cara, sin mente, sin corazón? ¿quieres experimentar la muerte antes de la muerte? nadie puede salvarte sino tú mismo y mereces salvarte. no es una guerra fácil de ganar pero si algo merece la pena ganar, es esto. piénsalo. piensa en salvarte a ti mismo. tu parte espiritual. la parte de tus entrañas. tu parte mágica y ebria. sálvala. no te unas a los muertos de espíritu. mantente con buen talante y garbo y al cabo, si fuera necesario, apuesta tu vida en plena refriega, al carajo las probabilidades, al carajo el precio. nadie puede salvarte sino tú mismo. ¡Hazlo! ¡sálvate! entonces sabrás exactamente de qué hablo.
¡Todo era amor… amor! No había nada más que amor. En todas partes se encontraba amor. No se podía hablar más que de amor. Amor pasado por agua, a la vainilla, amor al portador, amor a plazos. Amor analizable, analizado. Amor ultramarino. Amor ecuestre. Amor de cartón piedra, amor con leche… lleno de prevenciones, de preventivos; lleno de cortocircuitos, de cortapisas. Amor con una gran M, con una M mayúscula, chorreado de merengue, cubierto de flores blancas… Amor espermatozoico, esperantista. Amor desinfectado, amor untuoso… Amor con sus accesorios, con sus repuestos; con sus faltas de puntualidad, de ortografía; con sus interrupciones cardíacas y telefónicas. Amor que incendia el corazón de los orangutanes, de los bomberos. Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas, que arranca los botones de los botines, que se alimenta de encelo y de ensalada. Amor impostergable y amor impuesto. Amor incandescente y amor incauto. Amor indeformable. Amor desnudo. Amor-amor que es, simplemente, amor. Amor y amor… ¡y nada más que amor!
He decidido que durante todo el año aparcaré mis vicios en el estante. Seguiré un camino más piadoso y sobrio y amaré a mis vecinos como a mí mismo, excepto los dos o tres de siempre a los que detesto tanto como ellos me odian.
2. He decidido que jugar a los naipes es malo, sobre todo con cartas como las que me suelen tocar. Puede desplumar una cuenta bancaria sana, así que renuncio a estos placeres terrenales excepto —y aquí no veo pecado alguno— cuando otros reclamen ‘mi presencia’.
3. He decidido que votos como estos, aunque formulados con ligereza, son difíciles de mantener. Por tanto los acometeré poco a poco, no sea que mis recaídas acaben por hundirme. Un voto al año me sacará del paso y comenzaré con el Número Dos.