En 1991, Dire Straits publicaba su sexto album de estudio, y que resultaría ser el último, llamado "On every street". La canción que suena fue el último sencillo lanzado por la banda en su pais de origen, por lo que nos encontramos ante el final de una banda mítica y ante el principio de una leyenda.
Tiene una letra aparentemente simple pero cargada de metáfora al afirmar que, en la vida, a veces ganamos y somos el parabrisas y otras veces perdemos y nos convertimos en ese bicho que muere aplastado contra el cristal del coche.
Buscando información de este tema me encontré con una historia que no me resisto a intentar resumir. Arturo Pérez Reverte, en su etapa de corresponsal de Televisión Española, cubrió varios conflictos bélicos y en 1992 se encontraba en la guerra de los Balcanes. Todos los días enviaba sus crónicas intentando reflejar el horror de una vergonzosa guerra que se libraba en el corazón de Europa y, al mismo tiempo, evitando incluir imágenes demasiado explícitas sobre el conflicto.
El ahora miembro de la Real Academia Española de la Lengua, cuenta que un buen día, tanto él como sus compañeros cámaras y fotógrafos, asqueados por la situación y hartos de que nadie hiciera nada para parar aquella ignominiosa contienda, decidieron enviar una crónica que contenía aquellas imágenes que, por pudor o decoro, habían eliminado en anteriores reportajes. Por supuesto no fue emitida y diversas plataformas de internet censuraron el video por "infringir sus políticas sobre contenido violento o explícito".
Las imágenes iban acompañadas de este temazo de los sultanes del swing que, al parecer el propio Pérez Reverte seleccionó para tal fin dado que era una de las músicas que ponían, a todo volumen para no oir los disparos de los francotiradores, en sus deplazamientos a toda velocidad por las carreteras de la península balcánica, para llegar a la televisión bosnia y retransmitir sus crónicas.
Desgraciadamente la historia de la humanidad sobre la Tierra ha estado marcada por innumerables conflictos y contiendas en los que, desgraciadamente, la mayoría resulta ser el bicho aplastado contra el cristal para que, unos pocos sean el parabrisas que resulta vencedor y, casi siempre, saca algún beneficio económico para oprobio y vergüenza de la raza humana.
Acualmente, libramos una batalla global contra ese otro bicho que desde hace casi dos años ha puesto patas arriba nuestra forma de vida y muchos de nuestros estándares y patrones. Esperemos que resulte ganadora la humanidad y, que esta palabra pase de designar a calificar al hombre en su conjunto.
¡Salud, no a las guerras y sí a la raza humana!
Os deseo, de corazón, un año normal, el más normal que os podáis imaginar.
¡Salud y república!