lunes, 6 de enero de 2025

Reggatta de blanc - The Police




Las abarcas desiertas

Por el cinco de enero, 
cada enero ponía
mi calzado cabrero a la ventana fría.

Y encontraban los días, 
que derriban las puertas, 
mis abarcas vacías, mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos, ni trajes, ni palabras: 
siempre tuve regatos, siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza, me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero, para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero 
una juguetería.

Y al andar la alborada 
removiendo las huertas, 
mis abarcas sin nada, mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado 
tuvo pie, tuvo gana 
para ver el calzado de mi pobre ventana.

Toda la gente de trono, 
toda gente de botas
se rió con encono de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta 
cubrir de sal mi piel, 
por un mundo de pasta y un mundo de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas 
hallaban en sus puertas 
mis abarcas heladas, mis abarcas desiertas.

Miguel Hernández

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