Durante los primeros años del régimen fascista de Mussolini, su gobierno intentó aparentar que era una democracia. En mayo de 1925, en el Palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de Diputados de la República Italiana, el diputado sardo y Secretario General del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci se enfrentó a Mussolini durante el debate de un proyecto de ley que pretendía ilegalizar a los partidos opositores con la excusa de luchar contra la masonería.
A partir de este enfrentamiento, Gramsci quedó fijado en el objetivo del Duce y posteriormente sería encarcelado como preso político; sólo saldría de la cárcel para morir en el hospital.
Durante el referido debate se produjo este intercambio de frases entre Gramsci y Mussolinni:
Gramsci: El fascismo lucha contra la única fuerza eficientemente organizada con que contaba la burguesía en Italia para suplantarla en la ocupación de los puestos que el Estado da a sus funcionarios. La revolución fascista no es más que la sustitución de un personal administrativo por otro personal.
Mussolini: De una clase por otra, como ha ocurrido ya en Rusia, como ocurre normalmente en todas las revoluciones, como nosotros lo haremos metódicamente.
Gramsci: Solo puede llamarse revolución la que se basa en una nueva clase. El fascismo no se basa en ninguna clase que no estuviese ya en el poder.
Al leer este fragmento, no sé por qué, me acordé de nuestra idolatrada y cuasisacra Transición...
No cambió nada, la misma clase sigue en el poder (los que de verdad controlan y mandan)... llevamos 44 años de promesas...de promesas en la oscuridad.
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