Según el calendario gregoriano, que es el que se utiliza mayoritariamente en casi todo el mundo, estamos en el año 2020.
Pero no en todo el mundo estamos en el mismo año. Así podríamos establecer algunas excepciones:
En China, donde se rigen por el calendario chino, están en el año 4717.
En los países musulmanes que se rigen por el calendario islámico están en el año 1441.
El antiguo calendario persa, que rige en Irán y Afganistán, los sitúa en 1398.
El calendario armenio determina que el año actual es 1468.
El calendario hebreo, vigente en Israel y en algunas comunidades judías, dice que el año en el que estamos es el 5780.
El calendario budista, que se usa en Sri Lanka, Laos, Camboya, Tailandia y Birmania sitúa la actualidad en el año 2563.
El calendario norcoreano, que empieza a contar a partir del nacimiento de Kim Il-Sung, fundador de la República Popular Democrática de Corea, dice que el año actual corresponde a 108.
En Etiopía, donde se rigen por el calendario etíope, basado en el antiguo calendario alejandrino, transitan ahora mismo por el año 2012.
El calendario hindú controla el tiempo en la India y dice que el año actual es 1941.
En España, aunque parezca el año 2020, no es así si miramos otros calendarios.Así, según el calendario abascalocasadiano (aunque tiene otros muchos seguidores y/o adeptos), estamos transitando el año cero, el año final, el año en que comienza el Apocalípsis y España estalla y desaparece en el universo con una gran implosión.
Si miramos el año actual, a través de la esperanza y las ilusiones que despierta en muchísimas personas el nuevo gobierno formado en España, podríamos decir que estamos en el año uno, el año en que puede empezar la Era de la justicia social y de la igualdad real entre españoles, el año en que se empiecen a cumplir los artículos importantes de la Constitución Española y se adapte esta a la nueva realidad de este país (sí, la Constitución se puede cambiar y no pasa nada, de hecho cuando ha interesado se ha cambiado con diligencia y alevosía), el año en que las leyes miren a las personas y no a los intereses económicos de unos cuantos.
Habrá que estar atentos y seguir movilizándose en defensa de esa justicia y esa igualdad, el gobierno deberá trabajar y hacer su parte pero los ciudadanos tendremos que hacer también lo que nos toca, sólo entonces podremos esperar que no se pierda la esperanza y que las ilusiones no se rompan, que podamos decir, como Bob Dylan, que las cosas han cambiado.
¡Salud y república!
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