El destino va trufando tu camino de personas, la música, festiva o triste, le pone banda sonora. Canciones que al escucharlas se convierten en personas y personas que al pensarlas en música se transforman.
Canciones que cuando suenan despiertan a los recuerdos y la vida nos empapa
de regocijo o nostalgia, es cuando el alma nos pica y con música se rasca
te deseo aquello que la mayoría no tiene, te deseo tiempo, para reír y divertirte, si lo usas adecuadamente podrás obtener de él lo que quieras.
Te deseo tiempo para tu quehacer y tu pensar no solo para ti mismo sino también para dedicárselo a los demás. Te deseo tiempo no para apurarte y andar con prisas sino para que siempre estés contenta/o.
Te deseo tiempo, no solo para que transcurra, sino para que te quede: tiempo para asombrarte y tiempo para tener confianza y no solo para que lo veas en el reloj.
Te deseo tiempo para que toques las estrellas y tiempo para crecer, para madurar. Para ser tú. Te deseo tiempo, para tener esperanza otra vez y para amar, no tiene sentido añorar.
Te deseo tiempo para que te encuentres contigo misma/o, para vivir cada día, cada hora, cada minuto como un regalo. También te deseo tiempo para perdonar y aceptar. Te deseo de corazón que tengas tiempo, tiempo para la vida y para tu vida.
Desde siempre hemos tenido la sensación de que éramos especiales, que estamos aquí porque nos puso Dios, y cuando descubrimos que la Tierra era un planeta, pensamos que era un planeta especial, y que también el Sol era una estrella especial. Gradualmente, los astrónomos aprendieron que el Sol era una estrella vulgar, pero todavía pensaban que la Vía Láctea era un lugar especial, que como la formaba una gran colección de estrellas debía ser algo especial. Después miraron más allá de la Vía Láctea y encontraron otras galaxias; y así durante gran parte del siglo XX la historia ha sido el ir dándose cuenta de lo común que es nuestro planeta, y que la Vía Láctea es quizá una entre 100 billones de galaxias más o menos iguales entre ellas y que no hay nada de especial en nuestra galaxia, y no tiene nada de especial el lugar que ocupa en el universo. Y probablemente tampoco nosotros somos nada especial, ya que ahora en el siglo XXI estamos empezando a darnos cuenta de que es probable que haya vida en otros planetas. Así que estamos renunciando a ser el centro del Universo -metafóricamente y físicamente- para pasar a ser una forma de vida común, en un planeta común, en una galaxia común.
Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense. Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:
“¡Es hora de embriagarse!"
Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, ¡embriáguense, embriáguense sin cesar!
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.
Cada vez que me pongo una máscara para tapar mi realidad, fingiendo ser lo que no soy, lo hago para atraer a la gente; luego descubro que solo atraigo a otros enmascarados, alejando a los demás debido a un estorbo: la máscara.
Uso la máscara para evitar que la gente vea mis debilidades; luego descubro que al no ver mi humanidad, los demás no me quieren por lo que soy, sino por la máscara.
Uso una máscara para preservar mis amistades; luego descubro que si pierdo un amigo por haber sido auténtico, realmente no era amigo mío, sino de la máscara.
Me pongo una máscara para evitar ofender a alguien y ser diplomático; luego descubro que aquello que más ofende a las personas con las que quiero intimar, es la máscara.
Me pongo una máscara, convencido de que es lo mejor que puedo hacer para ser amado. Luego descubro la triste paradoja: lo que más deseo lograr con mis máscaras, es precisamente lo que impido con ellas.
Los vikingos tienen una bien merecida fama de saqueadores y valientes guerreros, aunque bárbaros y sanguinarios. Si bien es cierto que eran extraordinarios navegantes, aventajados constructores de barcos y que tenían una sociedad bastante estructurada y avanzada para la época, donde destacaba especialmente el papel que jugaba la mujer, es evidente que los libros y, sobre todo, las películas se han encargado de destacar ese lado oscuro y violento.
Incluso hay teorías que dicen que cuando Colón llegó a América, los vikingos ya habían paseado las velas rayadas y las cabezas de dragón de sus drakkar, por las costas del Norte de Canadá.
Entre los guerreros vikingos existía una especie de guardia de élite que destacaba del resto y que eran los llamados berserker. Eran especialmente violentos y sanguinarios. Eran los primeros que bajaban del barco, semidesnudos, con pieles de lobo y oso cubriendo algunas partes de sus musculosos cuerpos, algunos armados y otros blandiendo sus puños, metidos en una especie de trance que los hace casi invencibles e inmunes al dolor. Gritaban consignas contra sus enemigos y aclamaban a Odin, al que invocaban y ofrecían el sacrificio de todas sus desdichadas víctimas.
Se cree que el trance que los convertía en esa especie de monstruos cegados por el odio, era debido al consumo de cerveza aderezada con algunos hongos y plantas alucinógenas con las que se preparaban para la batalla.
Se me ocurre que se podría establecer un cierto paralelismo entre las hordas vikingas y las huestes del sistema capitalista. En nombre del dinero y un supuesto bien común arrasan todo lo bueno que encuentran a su paso , pervirtiendo las cosas en su propio beneficio. Los berserker del capitalismo serían los seguidores del neoliberalismo. Con los ojos inyectados en dinero, sin ningún tipo de escrúpulos ni conciencia (con algunas sustancias alucinógenas de por medio) invocando a su dios Adam Smith y a Milton Friedman, su profeta en la Tierra, acaban con el gasto social y educativo, niegan el cambio climático y alimentan el gobierno de los llamados "mercados". La diferencia con los vikingos es que estos atacaban castillos y abadías llenas de oro y joyas y las tropas neoliberales se ceban especialmente con los más pobres y desfavorecidos, a costa de los cuales alcanzan su privilegiada posición. De las heladas tierras del norte (no de Invernalia sino de Finlandia) llega el grupo que suena en la entrada de hoy. ¡Salud y que disfrutéis la música! Parafraseando a la Bruja Avería, ¡que muera el mal, que muera el capital!
Que Dios nos libre de los comerciantes
sólo buscan el lucro personal
que nos libre de Romeo y Julieta
sólo buscan la dicha personal
líbrenos de poetas y prosistas
que sólo buscan fama personal
líbrenos de los Héroes de Iquique
líbrenos de los Padres de la Patria
no queremos estatuas personales
si todavía tiene poder el Señor
que nos libre de todos esos demonios
y que también nos libre de nosotros mismos
en cada uno de nosotros hay
una alimaña que nos chupa la médula
un comerciante ávido de lucro
un Romeo demente que sólo sueña con poseer a Julieta
un héroe teatral
en convivencia con su propia estatua