viernes, 9 de febrero de 2018

Nemo - Nightwish




Los vikingos tienen una bien merecida fama de saqueadores y valientes guerreros, aunque bárbaros y sanguinarios. Si bien es cierto que eran extraordinarios navegantes, aventajados constructores de barcos y  que tenían una sociedad bastante estructurada y avanzada para la época, donde destacaba especialmente el papel que jugaba la mujer, es evidente que los libros y, sobre todo, las películas se han encargado de destacar ese lado oscuro y violento.

Incluso hay teorías que dicen que cuando Colón llegó a América, los vikingos ya habían paseado las velas rayadas y las cabezas de dragón de sus drakkar, por las costas del Norte de Canadá.

© Steve Cutts
Entre los guerreros vikingos existía una especie de guardia de élite que destacaba del resto y que eran los llamados berserker. Eran especialmente violentos y sanguinarios. Eran los primeros que bajaban del barco, semidesnudos, con pieles de lobo y oso cubriendo algunas partes de sus musculosos cuerpos,  algunos armados y otros blandiendo sus puños, metidos en una especie de trance que los hace casi invencibles e inmunes al dolor. Gritaban consignas contra sus enemigos y aclamaban a Odin, al que invocaban y ofrecían el sacrificio de todas sus desdichadas víctimas.

Se cree que el trance que los convertía en esa especie de monstruos cegados por el odio, era debido al consumo de cerveza aderezada con algunos hongos y plantas alucinógenas con las que se preparaban para la batalla.

Se me ocurre que se podría establecer un cierto paralelismo entre las hordas vikingas y las huestes del sistema capitalista. En nombre del dinero y un supuesto bien común arrasan todo lo bueno que encuentran a su paso , pervirtiendo las cosas en su propio beneficio.

Los berserker del capitalismo serían los seguidores del neoliberalismo. Con los ojos inyectados en dinero, sin ningún tipo de escrúpulos ni conciencia (con algunas sustancias alucinógenas de por medio) invocando a su dios Adam Smith y a Milton Friedman, su profeta en la Tierra, acaban con el gasto social y educativo, niegan el cambio climático y alimentan el gobierno de los llamados "mercados".

La diferencia con los vikingos es que estos atacaban castillos y abadías llenas de oro y joyas y las tropas neoliberales se ceban especialmente con los más pobres y desfavorecidos, a costa de los cuales alcanzan su privilegiada posición.

De las heladas tierras del norte (no de Invernalia sino de Finlandia) llega el grupo que suena en la entrada de hoy.

¡Salud y que disfrutéis la música! Parafraseando a la Bruja Avería, ¡que muera el mal, que muera el capital!


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