-¿Por qué tienes que cargar con ese maldito saco de piedras? ¿Por Dios? ¿Porque sí? Por Dios... Está bien, te daré información de primera mano acerca de Dios: A Dios le gusta observar, es un bromista. Piénsalo: dota al hombre de instintos. Os da esta extraordinaria virtud ¿y qué hace luego? Los utiliza para pasárselo en grande, para reírse de vosotros al ver cómo quebrantáis las reglas. Él dispone las reglas y el tablero. Y es un auténtico tramposo: Mira pero no toques, toca pero no pruebes. Prueba... pero no saborees. ¿Y mientras os lleva como marionetas de un lado a otro qué hace él? ¡Se descojona! ¡Se parte el culo de risa! ¡Es un payaso! ¡Es un sádico! ¡Es el peor casero del mundo! ¿Y adoráis eso? ¡Nunca!
-Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo ¿verdad?
-¿Por qué no? Yo tengo los pies en el mundo desde que comenzó este puto juego. He alimentado todas las sensaciones que el hombre ha querido experimentar. Siempre me he ocupado de lo que quería y nunca le he juzgado. ¿Por qué? Porque nunca le he rechazado a pesar de todas sus imperfecciones. ¡Soy un devoto del hombre! Soy un humanista, puede que el último humanista. ¿Quién en su sano juicio, Kevin, podría atreverse a negar que el siglo XX ha sido mío por completo? ¡Todo mío, Kevin! Todo mío, mío. Estoy pletórico. Ha llegado mi oportunidad.
John Milton (Al Pacino - The Devil's Advocate)
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