«Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz
de los desesperados, escribió esta profecía: A l’aurore, armés d’une
ardente patience, nous entrerons aux splendides Villes. (Al amanecer,
armados de una ardiente paciencia entraremos en las espléndidas
ciudades.)
Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de los otros
por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi
poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre la confianza
en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso, he llegado hasta
aquí con mi poesía y mi bandera.
En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los
trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esta
frase de Rimbaud: sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la
espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
Así la poesía no habrá cantado en vano.»
"El cartero de Neruda" de Antonio Skármeta
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