"El tiempo es una lluvia paciente y amarilla que apaga poco a poco los fuegos más violentos. Pero hay hogueras que arden bajo la tierra, grietas de la memoria tan secas y profundas que ni siquiera el diluvio de la muerte bastará, tal vez, para borrarlas. Uno trata de acostumbrarse a convivir con ellas, amontona silencios y óxido encima del recuerdo y, cuando cree que ya todo lo ha olvidado, basta una simple carta, una fotografía para que salte en mil pedazos la lámina del hielo del olvido"
La lluvia amarilla (Julio Llamazares)
De vez en cuando, ciertos olores que desde niño no he vuelto a sentir, regresan a mí. No a la nariz, como un olor propiamente dicho, sino al cerebro de la nariz; olores vagos y precisos al mismo tiempo: olor de otoño, de determinadas tiendas, el olor al principio del invierno, del inicio del frío (... ). Sentir de nuevo aquel olor me gusta mucho, pero no es posible volver a evocarlo con un esfuerzo de voluntad. Sin embargo, a veces sucede que de golpe, por alguna misteriosa razón, la memoria de este olor regresa a mí.
Saul Steinberg
Es innegable la capacidad que tienen tanto la música como el olfato de evocar recuerdos y transportarnos en el tiempo, revivir situaciones y momentos agradables o episodios que mejor quisiéramos no haber vivido. Tal vez los recuerdos de nuestra infancia esten fijados en nuestra memoria, preferentemente a través de los olores y la música nos lleve a etapas posteriores de nuestra vida.
¿Cuál de ellos tiene mayor capacidad para trasladarnos en el tiempo al mundo de las sensaciones y los sentimientos? No lo sé, pero un amigo mío (gracias Agustín por la frase) dice que la música le hace recordar lo que el olfato no puede. Yo tambien pienso que , aunque es innegable el poder de evocación de los olores, posiblemente sea la música la que nos proporcione un mayor poder de recuerdo.
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