jueves, 9 de enero de 2014

Without you - Harry Nilsson



«Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehomítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.»

Julio Cortázar (Rayuela, capítulo 68)

Es difícil escribir un texto así; sólo está al alcance de un genio, pero que además se entienda todo lo que expresa, sólo está al alcance de Julio Cortázar.
Por mi parte sólo os deseo a todos que jamás os falte alguien que os entreplume y os encrestorie, os extrayuste y os paramueva y que sintáis todos los días el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas y os ordopenen hasta el límite de las gunfias.


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