“Existe algo más importante que la lógica: es la imaginación” Alfred Hitchcock "Sólo la fantasía permanece siempre joven; lo que no ha ocurrido jamás no envejece nunca"
Friedrich Schiller "Escapar es irse y no volver nunca más, pero es imposible escapar de
nuestro mundo. Lo que aporta la fantasía es un descanso, un momento de
retiro"
Patrick Rothfuss
"La imaginación es el ojo del alma"
Petrus Jacobus Joubert
"La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son"
"Cada vez que se cierra un bar, se pierden para siempre cien
canciones, se desvanecen mil te quieros, y los goles por la escuadra,
salen lamiendo el palo. Porque en un bar nos declaramos, escribimos
guiones de cine... y hasta redactamos la Constitución. Aquí, o eres de
barra o eres de mesa, pero todos somos de bares, venimos así de fábrica.
Los satélites detectan un bar cada dieciocho segundos. Si no encuentras a
alguien, está en el bar. La red social más grande se llama Bar. Porque
nos gusta vernos, tocarnos, estar juntos. Y juntos vamos a echar una
mano a nuestros bares, el lugar donde siempre somos felices. ¡Benditos bares!"
Esta canción ha protagonizado varias campañas publicitarias en toda Europa. Entre ellas la de Coca Cola en España. La música al servicio de la publicidad..., o tal vez sea al contrario. Sea como fuere, palabras cargadas de razón que hablan de una forma de vida, de una manera de ser, ante las cuales sólo puedo decir AMEN, ¡benditos bares!
Nosotros estamos en políticas humanas, no en política. Cuando hablas sobre el Domingo Sangriento de Irlanda del Norte, la gente tiende a pensar "Oh, esa vez en que 13 católicos fueron disparados por soldados británicos"; eso no es de lo que la canción trata. Ese es un incidente; el más famoso incidente en Irlanda del Norte, y esa es la forma más poderosa de decir "¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo tenemos qué soportar esto?" No me importa quién es quién - católico, protestante, lo que sea. Saben que la gente muere todos los días por amargura y odio, y ¿nos preguntamos por qué? ¿Cuál es el punto? Y pueden ir a otro sitio como El Salvador, y encontrarán situaciones similares: gente muriendo. Olvidémonos de las políticas, dejemos de dispararnos entre nosotros y sentémonos en la mesa a hablar sobre ello. (...) Hay muy pocas bandas que dicen "¿Por qué no simplemente bajan sus armas?"; hay muchas bandas eligiendo un lado diciendo que la política es basura, etc. ¡¿Y qué?! La batalla real es gente muriendo, esa es la batalla real. La política y la música son muy difíciles de distinguir; ¿dónde se dibuja la línea?
Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta. Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en un casete, hablan sobre música y músicos. Ana se arrepiente de dormirlo pues Hugo se comporta tranquilamente y no tiene intenciones de lastimarla ni violentarla, pero ya es tarde porque el somnífero ya está en la copa y el ladrón la bebe toda muy contento. Sin embargo, ha habido una equivocación, y quien ha tomado la copa con la pastilla es ella. Ana se queda dormida en un dos por tres.
A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con una cobija, en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a sentir una extraña felicidad.
En esos momentos una amiga pasa para invitarla a comer. Hugo se pone nervioso pero Ana inventa que la niña está enferma y la despide de inmediato. Así los tres se quedan juntitos en casa a disfrutar del domingo. Hugo repara las ventanas y el teléfono que descompuso la noche anterior, mientras silba. Ana se entera de que él baila muy bien el danzón, baile que a ella le encanta pero que nunca puede practicar con nadie. Él le propone que bailen una pieza y se acoplan de tal manera que bailan hasta ya entrada la tarde. Pauli los observa, aplaude y, finalmente se queda dormida. Rendidos, terminan tirados en un sillón de la sala.
Para entonces ya se les fue el santo al cielo, pues es hora de que el marido regrese. Aunque Ana se resiste, Hugo le devuelve casi todo lo que había robado, le da algunos consejos para que no se metan en su casa los ladrones, y se despide de las dos mujeres con no poca tristeza. Ana lo mira alejarse. Hugo está por desaparecer y ella lo llama a voces. Cuando regresa le dice, mirándole muy fijo a los ojos, que el próximo fin de semana su esposo va a volver a salir de viaje. El ladrón de sábado se va feliz, bailando por las calles del barrio, mientras anochece.
Por detergentes y lavavajillas, por libros ordenados y escobas en el suelo, por los cristales limpios, por la mesa sin papeles, libretas ni bolígrafos, por los sillones sin periódicos, quien se acerque a mi casa puede encontrar un día completamente viernes.
Como yo me lo encuentro cuando salgo a la calle y está la catedral tomada por el mundo de los vivos y en el supermercado junio se hace botella de ginebra, embutidos y postre, abanico de luz en el quiosco de la floristería, ciudad que se desnuda completamente viernes.
Así mi cuerpo que se hace memoria de tu cuerpo y te presiente en la inquietud de todo lo que toca, en el mando a distancia de la música, en el papel de la revista, en el hielo deshecho igual que se deshace una mañana completamente viernes.
Cuando se abre la puerta de la calle, la nevera adivina lo que supo mi cuerpo y sugiere otros títulos para este poema: completamente tú, mañana de regreso, el buen amor, la buena compañía.
- DON SALVADOR: Con un arcángel
nadie se extrañaría, ¡se han aparecido tantas veces!
- DON LUIS: ¿Y la espada de fuego
qué? ¿usted cree que es muy fácil hacer una espada de fuego?
- DON SALVADOR: No es necesario
que sea de fuego, basta la sensación, un poco de purpurina y…
- DON LUIS: Por favor, ¡déjenme a
mí los detalles técnicos!
- DON JOSÉ: ¡Ya lo tengo! Que
haga de arcángel Don Ramón, que ha estudiado esgrima.
- DON RAMÓN: ¿Pero no se da
cuenta que es una barbaridad?
- DON LUIS: ¿El qué?
- DON RAMÓN: Aparecerse con un
arma en la mano, ¡se va a asustar la gente hombre!
- DON EVARISTO: ¡Oh miren! San
Roque, ¿qué les parece?
- DON JOSÉ: ¡Vaya, estupendo,
estupendo, ya está, Don Antonio y Sultán!
- DON ANTONIO: ¡Ni Don Antonio ni
Sultán!
- DON JOSÉ: Pero…
- DON ANTONIO: ¡Con mi perro no se
juega!
- DON SALVADOR: Estos deben ser
los 5 mártires de Praga, torturados en el 112 bajo Diocleciano
- DON JOSÉ: ¡Claro, 5 como
ustedes, se aparecen en grupo y ya está!
- DON LUIS: ¡Eso! Y en mitad de
la aparición nos ponemos a cantar a coro para que usted se divierta… ¡muy bonito!
- DON JOSÉ: Pues entonces… ¡hombre,
San Isidro! Se parece a Don Salvador. Además dicen que es un santo muy
milagroso, un sobrino mío se cayó de un árbol y no le pasó nada
- DON SALVADOR: Bueno ¿y qué?
- DON JOSÉ: Pues eso, que no le
pasó nada
- DON LUIS: Don Antonio puede
poner los bueyes…
- DON SALVADOR: Esto de San
Isidro me parece una gran tontería ¡todos creerían que se aparece un labrador o
uno cualquiera del pueblo!
- DON JOSÉ: Entonces ¿ustedes
qué? Que para ser santo no hay que saber
de nada, si es labrador porque es labrador y si es guerrero porque es guerrero
¡así no hay forma de hacer apariciones!
- DON ANTONIO: ¡Miren ya lo
encontré! ¡Vengan! ¡Ahí en el coro!
- DON ANTONIO: ¡Miren, vean! ¿A
quien les recuerda esta cara? Sin la barba, eh… ¿ es él o no es él?
- DON EVARISTO: ¡Ya está!
- DON RAMÓN: ¡Es verdad!
- DON LUIS: ¡Pues claro!
- DON JOSÉ: ¡ No, yo no, yo no
quiero! ¡No, no, no…!
Los jueves, milagro
(Luis García Berlanga, 1957)
Una película muy recomendable
para una tarde invernal de jueves, o de cualquier otro día, incluso aunque no
sea invierno.
Testamento de miércoles Aclaro que éste no es un testamento de esos que se usan como colofón de vida es un testamento mucho más sencillo tan solo para el fin de la jornada
o sea que lego para mañana jueves las preocupaciones que me legara el martes
levemente alteradas por dos digestiones
las usuales noticias del cono sur y la nube de mosquitos casi vampiros
lego mis catorce estornudos del mediodía una carta a mi mujer en la que falta la posdata el final de una novela que a duras penas leo las siete sonrisas de cinco muchachas ya que hubo una que me brindó tres y el ceño fruncido de un señor que no conozco ni aspiro a conocer lego un colorido ajedrez moscovita una computadora japonesa sin pilas y la buena radio en que está sonando el español grisáceo de la bibicí ah la olivetti y el cepillo de dientes no los lego porsiaca lego tropos y metáforas de uso privado que modestamente acuñe en la tarde por ejemplo el astillero en que reparo mis sueños
el pájaro aleatorio que surge del crepúsculo la cortina de lluvia que miro y no descorro lego un remordimiento porque es aleccionante y un poco de tristeza por que es inevitable también mi soledad con la ilusión de que el jueves resuelva no admitirla y me sancione con presencias varias lego los crujidos de mis viejas bisagras también una tajada de mi sombra no toda por que un hombre sin su sombra no merece el respeto de la gente
lego el pescuezo recién lavado como para un jueves de guillotina una maceta con hierbabuena y otra con un bionato que me hastía ya que esta cargante convolvulácea me está invadiendo el cuarto con sus hojas
lego los suburbios de una idea un tríptico de espejos que me agrade el mar allá al alcance de la mano mis cóleras por orden alfabético y un breve y curioso estado de ánimo que todavía no se si es inocencia o estupidez malsana o alegría
sólo ahora lo advierto en paredes y anaqueles y venas en glándulas y techos y optimismos me quedan tantas cosas por legar que mejor las incluyo en otro testamento digamos el del viernes
Llegaron a las extrañas tierras azules y les pusieron sus nombres: ensenada Hinkston, cantera Lusting, río Black, bosque Driscoll, montaña de los Peregrinos, ciudad Wilder, nombres todos de gente y de las hazañas de gente. En el lugar donde los marcianos mataron a los primeros terrestres, había un pueblo Rojo, en recuerdo de la sangre de esos hombres. El lugar donde fue destruida la segunda expedición se llamaba Segunda Tentativa. En todos los sitios donde los hombres de los cohetes quemaban el suelo con calderos ardientes, quedaban como cenizas los nombres. Y, naturalmente, había una colina Spender y una ciudad Nathaniel York...
Los antiguos nombres marcianos eran nombres de agua, de aire y de colinas.
Nombres de nieves que descendían por los canales de piedra hacia los mares vacíos. Nombres de hechiceros sepultados en ataúdes herméticos y torres y obeliscos. Y los cohetes golpearon como martillos esos nombres, rompieron los mármoles, destruyeron los mojones de arcilla que nombraban a los pueblos antiguos, y levantaron entre los escombros grandes pilones con los nuevos nombres: Pueblo Hierro, Pueblo Acero, Ciudad Aluminio, Aldea Eléctrica, Pueblo Maíz, Villa Cereal, Detroit II, y otros nombres mecánicos, y otros nombres de metales terrestres.
Y después de construir y bautizar los pueblos, construyeron y bautizaron los cementerios: colina Verde, pueblo Musgo, colina Bota, y los primeros muertos bajaron a las sepulturas...
Y cuando todo estuvo perfectamente catalogado, cuando se eliminó la enfermedad y la incertidumbre, y se inauguraron las ciudades y se suprimió la soledad, los sofisticados llegaron de la Tierra. Llegaron en grupos, de vacaciones, para comprar recuerdos de Marte, sacar fotografías o conocer el ambiente; llegaron para estudiar y aplicar leyes sociológicas; llegaron con estrellas e insignias y normas y reglamentos, trayendo consigo parte del papeleo que había invadido la Tierra como una mala hierba, y que ahora crecía en Marte casi con la misma abundancia. Comenzaron a organizar la vida de las gentes, sus bibliotecas, sus escuelas; comenzaron a empujar a las mismas personas que habían venido a Marte escapando de las escuelas, los reglamentos y los empujones.
Era por lo tanto inevitable que algunas de esas personas replicaran también con
Durante esta semana vamos a escuchar cada día una canción relacionada con el día de la semana correspondiente (lo podríamos llamar música en tiempo real).
Comenzamos con "No me gustan los lunes", canción que ambienta el espíritu de la extraordinaria película "Los lunes al sol". Este film nos cuenta una historia vieja como el mundo, la vida diaria de un grupo de trabajadores marginados y puteados por el sistema , dirigida por Fernando León de Aranoa en el año 2002.
Historia
rusa dice: Dos camaradas viejos de partido se ven, y uno dice a otro
¿Has visto? Todo lo que nos contaban del comunismo era mentira. Y otro
dice: No es peor cosa. Peor cosa es que todo lo que nos contaban del
capitalismo era verdad. (Serguei)
La cuestión no es si nosotros creemos o no creemos en Dios. La cuestión
es si él cree en nosotros, porque si no cree, estamos jodidos. (Santa)
Érase
una vez, un país en el que vivían una cigarra y una hormiga. La hormiga
era hacendosa y trabajadora, y la cigarra no, le gustaba cantar y
dormir, mientras la hormiga hacía sus labores.Pasó el tiempo, y la
hormiga trabajó y trabajó todo el verano, ahorró cuanto pudo, y en
invierno, la cigarra se moría de frío, mientras la hormiga, tenia de
todo... ¡Que hija de puta la hormiga!
La cigarra llamó a la puerta de la hormiga, que le dijo: Cigarrita,
cigarrita, si hubieras trabajado como yo, ahora no pasarías hambre ni
frío... ¡¡y no le abrió la puerta!!
¿Quien ha escrito esto?
Porque esto no es así; la hormiga ésta es una hija de la gran puta y una
especuladora.Y además, aquí no dice porque unos nacen cigarras y otros
hormigas, y tampoco, que si naces cigarra estás jodido, y aquí, no lo cuenta. (Santa)
«Apenas él le amalaba el noema, a
ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes
ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar
las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que
envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas
se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar
tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer
unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio,
porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo
en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban,
algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía,
de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la
jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en
una sobrehomítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del
murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se
vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en
niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los
ordopenaban hasta el límite de las gunfias.»
Julio Cortázar (Rayuela, capítulo 68)
Es
difícil escribir un texto así; sólo está al alcance de un genio, pero
que además se entienda todo lo que expresa, sólo está al alcance de
Julio Cortázar. Por mi parte sólo os deseo a todos que jamás os falte alguien que os entreplume y os encrestorie, os extrayuste y os paramueva y que sintáis todos los días el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas y os ordopenen hasta el límite de las gunfias.
En la ciudad gaditana del Puerto de Santa María, a la derecha de un camino, bordeado de chumberas, que caminaba hasta salir al mar, llevando a cuestas el nombre de un viejo matador de toros-Mazzantini-, había un melancólico lugar de retamas blancas y amarillas llamado la Arboleda Perdida.
Todo era allí como un recuerdo: los pájaros rondando alrededor de árboles ya idos, furiosos por cantar sobre ramas pretéritas; el viento, trajinando de una retama a otra, pidiendo largamente copas verdes y altas que agitar para sentirse sonoro; las bocas, las manos y las frentes, buscando donde sombrearse de frescura, de amoroso descanso. Todo sonaba allí a pasado, a viejo bosque sucedido. Hasta la luz caía como una memoria de la luz, y nuestros juegos infantiles, durante las rabonas escolares, también sonaban a perdidos en aquella arboleda.
Ahora, según me voy adentrando, haciéndome cada vez más chico, más alejado punto por esa vía que va a dar al final, a ese golfo de sombra que me espera tan sólo para cerrarse, oigo detrás de mí los pasos, el avance callado, la inflexible invasión de aquella como recordada arboleda perdida de mis años.
Entonces es cuando escucho con los ojos, miro con los oídos, dándome vuelta al corazón con la cabeza, sin romper la obediente marcha. Pero ella viene ahí, sigue avanzando noche y día, conquistando mis huellas, mi goteado sueño, incorporándose desvanecida luz, finadas sombras de gritos y palabras.
Cuando por fin, allí, concluido el instante de la última tierra, cumplida su conquista, seamos uno en el hundirnos para siempre, preparado ese golfo de oscuridad abierta, irremediable, quién sabe si a la derecha de otro nuevo camino, que como aquel también caminará hacia el mar, me tumbaré bajo retamas blancas y amarillas a recordar, a ser ya todo yo la total arboleda perdida de mi sangre.
Y una larga memoria, de la que nunca nadie podrá tener noticia, errará escrita por los aires, definitivamente extraviada, definitivamente perdida.
La arboleda perdida (Rafael Alberti)
Cuando era joven, la vida era condenadamente maravillosa. Roger Hodgson
que dijo: «dos enormes piernas pétreas, sin su tronco
se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena,
semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño y mueca en la boca, y desdén de frío dominio, cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos, a la mano que se mofó de ellas y al corazón que las alimentó.
Y en el pedestal se leen estas palabras:
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, oh poderosos, y desesperad!" No queda nada a su lado. Alrededor de las ruinas de ese colosal naufragio, infinitas y desnudas se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas