miércoles, 12 de mayo de 2010

Highway to hell - AC DC




Crítica del concierto de ACDC en Nueva York, el día 14 de Noviembre de 2008 y firmada por Anna Grau, corresponsal en Nueva York del diario ABC:


"Ocho años después de su último disco y ocho días después de ganar Barack Obama las elecciones a presidente de los Estados Unidos se presentó AC/DC en el mítico Madison Square Garden de Nueva York. Lo llenaron con muy poquito liberal fino de Manhattan y mucho satánico de New Jersey. La América macarra y suburbial salió del agujero (además de muchos turistas metaleros besando el suelo). La excusa era oír el nuevo disco de la banda, «Black Ice» (Hielo Negro), líder de ventas hasta que lo desbancó la banda sonora de una película de vampiros. La realidad era que no había nada nuevo que oír, ya que los AC/DC se limitaron a sonar como siempre. A condenarse a ser clásicos por toda la eternidad.

La conexión con el público fue arcaica y maravillosa, como sólo puede darse con músicos a la antigua, gente que desdeña «Itunes», los Ipod y a todo aquel que no esté dispuesto a morir en el escenario y con el trajecito de colegial puesto. Había que ser muy insensible a lo que es rock, a lo que es entrega y a lo que es felicidad -aunque lo que se percibía en la arena merecería sin más la calificación de dicha- para no sucumbir al malditismo envolvente de AC/DC.

Empezaron lanzándose con el primer sencillo del nuevo disco, «Rock and roll train», y con un vídeo que era como la versión hard rock del experimento de los hermanos Lumiere de dar a conocer el cine «estrellando» un tren en la cara del público. Sacaron una muñeca hinchable gigante que aparentemente se masturbaba. Recorrieron con feroz pulso indistinto sus éxitos nuevos y los viejos, desde «You Shook Me All Night Long» hasta el himno «Highway to Hell».

Había quien les criticaba por reinventarse poco y por sonar igual que en 1998, que en 1988 o que en 1978. Algo que para nada pareció molestar a la concurrencia sembrada de cuernos rojos fosforescentes, que ha ido poniendo años y michelines a la par que sus ídolos y aún así no se resigna a dejar de encerrar sus ímpetus y furores en la rígida armadura del rock duro.

Los años pasan pero han tratado bien a AC/DC. Sus ritmos son previsibles pero resisten, sobre todo la comparación con la insinceridad de mucha música actual. Incapaz de trascenderse a sí misma como en el Madison Square Garden lo hizo Angus Young al treparse a una torre solitaria para acometer un riff que era como ver caer en directo al demonio. Pero caer hacia arriba, directo a los brazos de Dios".


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