Hueles a café recién hecho,
a la calma tibia de los domingos,
a lo que me despierta el alma
cuando el mundo bosteza.
Hueles a sueños cumplidos,
a promesas que no se dijeron,
pero se sienten en la piel
como un destino inevitable.
Hueles a las ganas de vivir
que siempre traigo en los bolsillos,
a los abrazos que aún están pendientes
y los besos que no me animé a dar.
Hueles a lugares,
a letras acabadas de parir,
a momentos, a recuerdos de felicidad.
Hueles a ese nosotros
que no me canso de imaginar.
Patricia Quiñones

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