Elvis Presley
Ese muchacho de pelo engominado
que ofreció
por todo tesoro
el rítmico movimiento de su pelvis
que propagó la peste del rockanrol
a lo largo y ancho del último imperio
que se alistó
patriota
en el ejército pulcrísimo de su país
que enloqueció a las niñas
blancas
y a las niñas negras
que se armó hasta los dientes
para asegurar su vida
contra iconoclastas rabiosos
que engordaba como venus de Willendorf
y hacía dietas de insomnio
y estimulantes
para reaparecer
-dador de feeling-
que murió tal vez
entre las aperturas de un silencio metabólico.
Óscar Torres Duque
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