lunes, 22 de noviembre de 2021

Soy - Luis Pastor



Un tiempo de cerezas

Yo vengo de un tiempo de cerezas,
de la espiga, del viento y de la hoz,
mapa que retiene la memoria
como una fotografía en blanco y negro.

Yo vengo de un tiempo que me nombra
con espada de madera y crucifijo
en la escuela se cantaba el cara al sol
y en la calle a Molina y Joselito.

Era el tiempo de ser niño
por la dulce voz, por el agudo grito,
la calle una plaza abierta
la plaza un planeta unido.

Con calles a muchas puertas
casas de abuelos y de primos.
Era el tiempo del caballo y de la yegua,
de los cerdos,  las gallinas y los nidos
y el huerto con todos sus manjares,  olores y sabores,
que mi padre labraba, artesano del surco,
escultor del manzano y de la higuera,
sabio en su oficio,  dueño de la azada y la guadaña,
gigante humano domando la tierra.

Era el tiempo de la era y de la trilla,
campanas y cigüeñas, paraíso del pobre,
pan y espigas.

Era el tiempo del trino y el jilguero,
cantaor de coplas,  ruiseñor de sueños.

Era el tiempo de la radio y de los rezos,
de las tristes procesiones para muertos,
de los muertos tan cercanos a la era,
de los lobos y bandidos por la sierra.
 

Era el tiempo de los juegos en pandilla,
de la comba,  de la piedra,
del pinchete,  de la pídola
y el verano,  como un año al sol entero,
con siestas en la manta por el suelo.

Era el tiempo de la madre y sus caricias,
de su dulce voz, de sus ojos dulces,
de su tierna risa.

Del abuelo y su secreto de tristeza
que ahogaba cada noche con vino de taberna.

Era el tiempo de la pana y los remiendos
del café de estraperlo,
de la sopa de tomate y de patata,
del pecado que mata,
del miedo,  del castigo y del perdón.

Era el tiempo de temer a dios.

Luis Pastor (Berzocana, 1952)

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