jueves, 7 de marzo de 2024

My baby just care for me - Nina Simone



Yo tenía cinco años. La maestra escribió en la pizarra: "Todos los hombres son mortales". Sentí un enorme alivio, un gran regocijo.

Esa tarde, cuando salí del colegio, corrí a mi casa y abracé muy estrechamente a mi madre.
"Qué suerte Mamita, tu no te vas a morir nunca!" le dije, arrebatadamente.
"¿Qué?" preguntó mi madre, sorprendida.

Me separé apenas de ella y le expliqué:

-La maestra escribió en la pizarra que los hombres son mortales.
¡Y tú eres mujer!. Por suerte, eres mujer, dije y volví a abrazarla.

Mi madre me separó tiernamente de sus brazos.

-Esa frase, querida mía, incluye a hombres y mujeres.Todos y todas moriremos algún día.

Me sentí completamente consternada y desilusionada.

-Entonces, ¿por qué no escribió eso?: "Todos los hombres y mujeres son mortales" pregunté.
Bueno- dijo mi madre, en realidad, para simplificar, las mujeres estamos encerradas en la palabra "hombres".
-¿Encerradas?- pregunté. ¿Por qué?
-Porque somos mujeres- me contestó mi madre.

La respuesta me desconcertó.

Y por qué nos encierran? le pregunté.
Es muy largo de explicar, respondió mi madre. Pero acéptalo así. Hay cosas que no son fáciles de cambiar.
-Pero si digo "todas las mujeres son mortales", ¿también encierra a los hombres?
-No- contestó mi madre. Esa frase se refiere sólo a las mujeres.

Me entró una crisis de llanto.

Comprendí súbitamente muchas cosas y algunas muy desagradables, como que el lenguaje no era la realidad, sino una manera de encerrar a las cosas y a las personas, según su género, aunque apenas sabía qué era género: además de servir para hacer faldas, el género era una forma de prisión.

Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941)


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