Según un estudio realizado en la Universidad de Gotemburgo, por prestigiosos científicos dirigidos por el neurocientífico y cantautor Björn Vickhoff, cantar en un coro es muy saludable y promueve el bienestar.
El estudio determina que "cantar al unísono tiene un efecto de sincronización del ritmo cardíaco de los cantantes, que tiende a aumentar y disminuir al mismo tiempo que el ritmo que marca la música".
El canto regula el funcionamiento del nervio vago que,a pesar de su nombre, cumple una función importante en nuestra vida emocional y en la comunicación con los demás y afecta, entre otras cosas, a nuestro timbre vocal. Este nervio forma parte del sistema parasimpático que ejerce una acción relajante sobre el organismo.
En resumen, que el estudio pone de manifiesto que "cantar en un coro tiene múltiples ventajas saludables para el organismo y además consigue que las emociones de los miembros del coro se sincronicen al igual que su ritmo cardíaco; y es que cantar supone una actividad en la que se pone el corazón, con la implicación emocional que ello supone, y más si se hace en compañía de otros".
No seré yo el que venga a refutar las conclusiones de este grupo de sesudos científicos, bien al contrario, y en base a mi reciente experiencia de los últimos años, tengo que darles la razón en todo.
Me gustaría dedicar este temazo de Billy Joel a ese maravilloso grupo cuya calidad humana es, aún si cabe, mayor que su calidad musical, deseando que no se nos haga demasiado largo el tiempo que transcurra para que volvamos a sincronizar nuestro ritmo cardíaco, nuestra respiración, nuestros nervios vagos y nuestras emociones.
¡Brindo por eso, salud coralistas y que viva la música...coral, por supuesto!