Pero la primera y conmocionante vez que observé en un catálogo, en una
reproducción o en un libro, las pinturas de Edward Hopper sentí que ya
conocía ese universo, esa luz, esa atmósfera, esos paisajes, ese
misterio, ese estado de ánimo. Me lo había mostrado el cine en muchas
ocasiones. Pretenciosa o suavemente, de forma ostentosa o sutil,
contándome historias tristes y desasosegantes, de imposible final feliz,
hablándome de soledades y del silencio, de ambientes, actitudes y
sentimientos familiarizados con la desolación y resignados ante ella. Lo
que no podía imaginar es que esos directores, guionistas, iluminadores y
fotógrafos habían mamado del intransferible mundo de un pintor genial.
Incluso me atreveré a afirmar que hay una música, mayoritariamente de
jazz, que también suena a Hopper.
Fragmento de artículo de Carlos Boyero, publicado en el Pais.(artículo completo)
El museo Thyssen-Bornemisza reune una gran colección de 73 obras del artista Edward Hopper,en una exposición temporal del 12 de Junio al 16 de Septiembre de 2012.
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