No como el gigante de bronce de la fama griega
de conquistadores miembros a horcajadas de tierra a tierra;
aquí en nuestras puertas del ocaso bañadas por el mar, se yergue
una poderosa mujer con una antorcha, cuya llama
es el relámpago aprisionado, y su nombre,
Madre de los exiliados. Desde su mano de faro
brilla la bienvenida para todo el mundo; sus apacibles ojos dominan
el puerto de aéreos puentes que enmarcan las ciudades gemelas,
"¡Guarden, antiguas tierras, su pompa legendaria!" grita ella
con silenciosos labios. "Dame tus cansadas, tus pobres,
tus hacinadas multitudes anhelantes de respirar en libertad,
el desdichado desecho de tu rebosante playa,
envía a estos, los desamparados que botó la ola, a mí
¡Yo alzo mi lámpara detrás de la puerta dorada!"
Enma Lazarus (Nueva York - 1849-1887)
Noble propósito tienen estos condenados gringos,
y delirios de grandeza de ser faro y adalid
de libertad, espantador de miserias, de los buenos el primero.
¡Lastima no tengan Dios! ¡Ah bueno, sí, el dinero!
Comandante Ternura