Te llaman porvenir porque no vienes nunca. Te llaman: porvenir, y esperan que tú llegues como un animal manso a comer en su mano.
Pero tú permaneces más allá de las horas, agazapado no se sabe dónde. ... Mañana! Y mañana será otro día tranquilo un día como hoy, jueves o martes, cualquier cosa y no eso que esperamos aún, todavía, siempre.
Cuando
me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en
el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene nombre… Autoestima. Cuando me amé
de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional no
son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso
es… Autenticidad. Cuando me amé de verdad, dejé de desear
que mi vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que acontece
contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… Madurez. Cuando
me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de
forzar una situación o a una persona solo para alcanzar aquello que
deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo
mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… Respeto.
Cuando
me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia
abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se
llama… Amor hacia uno mismo.
Cuando me amé de verdad,
dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes
planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que
encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo.
Hoy sé, que eso es… Simplicidad.
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la…Humildad.
Cuando
me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de
preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es
donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… Plenitud.
Cuando
me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y
decepcionarme. Pero…, cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es
una valiosa aliada. Y esto es… ¡Saber vivir!
Charles Spencer Chaplin (Londres, 1889 - Suiza,1977)
En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.
Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver.
Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedo más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.
Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese «cierto tiempo». Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución. Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna. Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez «cierto tiempo» también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio—es decir, el cambio seguía siendo un cambio—, sino que, al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama. Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba. Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario. Slawomir Mrozek (Polonia, 1930-Francia,2013)
HOY VA A SER EL DÍA EN QUE ELLOS VAN A RECORDARTE LO QUE PASÓ TÚ YA DEBERÍAS DE ALGÚN MODO HABERTE DADO CUENTA DE LO QUE TIENES QUE HACER YO NO CREO QUE NADIE SIENTA LO QUE SIENTO POR TI AHORA OTRA VEZ,EL CHISME QUE ESTÁ EN LAS CALLES ES QUE TU CORAZÓN ESTÁ QUEMÁNDOSE ESTOY SEGURO QUE LO HAS ESCUCHADO ANTES PERO REALMENTE NUNCA DUDASTE YO NO CREO QUE NADIE SIENTA LO QUE SIENTO POR TI AHORA
Y TODOS LOS CAMINOS EN LOS QUE TENEMOS QUE ANDAR ESTÁN PONIÉNDOSE DIFÍCILES Y TODAS LAS LUCES QUE NOS GUÍAN HACIA ALLÁ ESTÁN APAGÁNDOSE HAY MUCHAS COSAS QUE ME GUSTARÍAN DECIRTE PERO NO SÉ CÓMO PORQUE TAL VEZ VAS A SER LA ÚNICA QUE ME SALVE? Y DESPUÉS DE TODO ERES MI MARAVILLOSO APOYO